bachi
ultra nerd
Yaaawn~
Posts: 165
True Gender: Alien.
|
Post by bachi on Nov 25, 2014 6:22:45 GMT
((JAJA No te preocupes mosa Nit! Busco por si las dudas de nuevo el link de las cartas y te las paso x3 No leí nada todavía, pero editaré este postie para responder 8 D PUCHA TT Hace rato llevo pensando lo de la ficha, pero no lo considero tan necesario ;; Sin embargo, si lo necesitás, la hago <3 Mañana, hoy ya es muy tarde. Por cierto Nit, es Siro, SIRO XD Lo repito dos veces porque en Skype al pobre también le cambiaste el nombre LOL))
Matilda no respondió en seguida. De hecho no respondió hasta después de dos eternos minutos en los que no se había atrevido a separar sus manos de las orejas, donde las había mantenido para dejar de escuchar aquellas voces terribles. Incluso cuando la voz de Lumiere fue la misma, lo único que se animó a hacer fue abrir lentamente los ojos y subir la mirada, aterrada de lo que pudiese contemplar. El cambio fue brusco. En cuanto comprobó que el adivino había vuelto a la normalidad, estiró las piernas y se acomodó la ropa. Nadie vería a Matilda Ivanés hecha un ovillo asustadizo contra un almohadón. De un salto se separó del asiento y absorbió por la nariz un par de mocos aguados que por los nervios no había logrado retener. Con dos movimientos rápidos se secó los ojos con las mangas e erguió la cabeza. —Oh, pues, nada —contestó aparentando normalidad—. Un viento por aquí, otro por allá. Un trance de más, las cartas cambiadas y ahm… La sesión terminó. Detestándose por no poder controlar el temblor inconsciente de sus manos al juntar el mazo de cartas esparcido frente a ellos, se rindió y maldijo por lo bajo. Necesitaba un momento para pensar. Matilda se apoyó contra el escritorio y sus manos se aferraron al borde de la superficie. —Creo que vas a tener que comprar un mazo nuevo, Lumiere. Verás, aparentemente el circo encontró divertido pintarte las 9 de colores y con imágenes diferentes —Miró las cartas de reojo y las señaló, antes de apartar los ojos escurridizos—. Y supongo que no recuerdas nada de lo que me dijiste hace menos de cinco minutos, ¿cierto? Pues bien, espero que sepas iluminarme con ello, mientras sino te molesta, me ahogo en otro vaso de whisky.
Mientras sus nuevos amigos (Lobelha ya los había condenado) se debatían, la chica analizó la información que tenía a mano. No sabía demasiado de Uzeil como para poder interpretar sus acciones de modo correcto, ella no era ni intuitiva ni una detective, así que sólo se le ocurría hacer lo que su sentido azul-común le dictaba. Ver a Hilaria correr peligrosamente hacia su moto le erizó el cabello pero la hizo reír. —A su casa —contestó con determinación—. No recuerdo exactamente la dirección, pero estoy casi segura de que me la mencionó en algún momento. En Roma nunca me aprendí las calles, chicos, pero —Se encogió de hombros y alzó los pulgares, positiva— sabremos llegar. Ahora bien —Acarició el manubrio de la vieja ducati y sacó los dos cascos que colgaban de él. El azul eléctrico obviamente ya tenía dueño—, en mi motocicleta solo cabe otro acompañante más pero… —Había olvidado la chaqueta de cuero en su nueva habitación y ya era tarde para volver a buscarla, pero se colocó el casco y subió el visor para que le vieran la sonrisa peligrosa— Hil, ¿tú recuerdas dónde guardan la plataforma esa en la que aparecieron en moto Santiago, Fin y tú en la plaza Navona para hacer su acto de publicidad?
La impaciencia era para Siro como una hormiga en su jardín. Es decir, indetectable. Por suerte para Uzeil, en cuanto hubo preguntado aquello, como por arte de magia el hombre se detuvo justo frente a una enorme y antigua puerta doble de edificio. Estuvo a punto de responder (no dio señales ni siquiera de abrir la boca, pero lo pensó), cuando respondieron la llamada. —Oh, Cian. Sí yo… —¿Por qué todas las condenadas mujeres que conocía le gobernaban la vida? Ni su madre ni su hermana eran la excepción. De hecho, eran la prueba fehaciente de ello. Pero Siro suspiró— Rápido y conciso, entendido. Entonces te diré que estoy abajo, en la entrada del edificio, esperando con el invitado Uzeil —Se volvió al chico para comprobar que estaba diciendo bien el nombre— Brambilla a que el jefe nos invite a pasar. Lo demás lo diré arriba. ¿Toco timbre o bajas? Descuida, tocaré timbre. Estoy esperando otra llamada y si espero que me respondas, no podrá llamarme —Cortó y se fijo en el portero eléctrico por el último piso.
Mientras en los terrenos de Circus Maxium Bruno Ivanés interpretaba correctamente la seña de la bailarina de punta azules (al pobre chico le recordaba a una tal Medusa que no sabía qué cosa tenía con el cabello y los cascabeles); en una lujosa limusina último modelo, Thomas Omaia hizo una sonrisa más parecida a una mueca que a algo que pudiese relacionarse con felicidad. Había varios puntos frágiles en el muy planificado plan de los árabes que el domador de leones no se atrevía del todo a refutar. La reciente idea de los terroristas seguía todavía muy viva en las posibilidades de la imaginación del hombre como para poder descartarla de primera. Cuando al final interpretó el silencio como una entrada posible al debate, se acomodó la punta derecha del bigote. —Ahem… Permítame que difiera en algunos puntos —Despiértate Thomas, despiértate por tu bigote y tu vida— que quizás no quedaron muy… ahém, claros —Haciendo gala de todas sus aptitudes comunicativas e ignorando el hecho de que estaba en bata, Thomas entrelazó las manos y apoyó los codos sobre las rodillas—. Hay dos problemas puntuales en todo ese plan. Primero, las pruebas duran una semana entera, señorita —Sonrió lastimosamente—, y estem, son delante de toda la familia, es decir, todos los integrantes del circo. No tendría sentido que los aspirantes debutaran en privado cuando (en caso de ser aceptados), ejem, actuarán delante de todo el mundo —Se enderezó y miró con nerviosismo hacia la ventanilla de atrás. Parecía muy incómodo—. Segundo, no… No ofrecemos realmente visitas guiadas privadas por autógrafos tan… Temprano. ¡Aunque claro! —Se apresuró a corregir—. Siendo quién es usted, podríamos hacer una excepción. A todo esto, ¿quién es realmente usted, señorita? No podía hablar de las ventajas de unirse al circo y dejar su vieja vida atrás delante de aquellos guardaespaldas gorilas que los vigilaban, pero le daba un no-sé-qué dar por tierra con todos los planes que a primera vista parecía que tanto tiempo le había llevado programar para conseguir un respiro. Quizás fue por eso que la caballerosa determinación del domador y su reflejo instintivo para con las damas en apuros, le hizo tomar las manos de la jovencita y fruncir el ceño, inconsciente de las repercusiones culturales que ello implicaba. —Pero descuide. Lleguemos al circo primero. Una vez allí, estoy seguro de que a la directora se le ocurrirá algo. Ella es la mente sobria del grupo —sonrió.
|
|
Milly
ultra nerd
Posts: 131
|
Post by Milly on Nov 29, 2014 0:22:13 GMT
Solemne y silencioso Derian asintió en señal de agradecimiento antes de dar media vuelta e iniciar un corto tramo de recorrido en dirección al territorio de los leones. En su interior se libraba un debate terrible del que su rostro no evidenciaba signos: ¿sería correcto ir a impedir aquella misión de vida o muerte en la que Hilaria se suponía tomaba parte? En general no correspondía albergar tantas preocupaciones, pero eso era cuando Santiago contaba con la posibilidad de conformar la comitiva y controlar hasta cierto punto la peligrosa impulsividad de la payasa. Pero, y ahí estaba el dilema, acababa de ver a Terna minutos atrás bastante ocupado atendiendo asuntos para Matilda, según le había oído decir cuando el lanzallamas pasó por delante del dormitorio de Alejandro. No podría cumplir como el contrapeso de la muchacha en aquella ocasión. Pero no, se dijo luego de unos segundos de dar vueltas a la misma idea, tenía que confiar en Hilaria y sus inquietantes instintos. Era familia, y la familia sabía cuándo actuar de tal o cual forma. Observó a la pareja que le seguía los pasos y señaló a Bruno. —¿Por qué él sigue aquí, en cualquier caso? —consultó a la bailarina, curioso, ya adelantándose a abrir e ingresar a la jaula de los leones y ayudar a Nuria a ingresar tras él—. Buenos días, Jerry, Mafuma, Maquiavelo.
—¿Qué platafor...? ¡Ah, la plataforma! —Hilaria se largó a reír, dándose una palmadita en la frente antes de echar a correr en vaya a saber uno qué dirección. Lo cierto era que no tenía la más mínima idea de dónde encontrar la dichosa plataforma. Si alguien se lo había dicho alguna vez, lo había olvidado ya. Pero en general solía arreglárselas muy bien a base de puras suposiciones. En esa ocasión la suposiciones no le fallaron, pues al cabo de unos minutos volvió arrastrando la pesada estructura con una fuerza tal que parecía imposible en una chiquilla tan delgaducha como Zanier. —¡Ya está! —exclamó sin poder evitar lanzar miraditas furtivas al segundo casco protegido entre las manos de Lobelha, mientras sacaba las herramientas que traía en la plataforma y se ponía manos a la obra. Por pura estrategia se contuvo de preguntar a quién correspondería el honor de llevarlo puesto; instantes de lucidez como el que ahora dominaba a la payasa le ayudaban a darse cuenta de que su insistencia no haría más que reducir sus posibilidades de ser la elegida. Así que siguió en lo suyo, apretando tuercas como mejor podía para fijar la plataforma a la moto de la aspirante. Saltaba a la vista que no estaba haciendo el mejor de los trabajos, pero ella no parecía notarlo. Poco después se levantó, retrocedió para admirar su obra y sonrió a los demás, toda entusiasmo e impaciencia—. En fin, ¿nos vamos ya?
Uzeil asintió con un suspiro resignado para aprobar la pronunciación de su nombre. Así que, además de un jefe, había una tal Cian. ¿Cuántos más extraños estarían involucrados en ese misterio que devanaba los sesos del muchacho? No dejaba de torturarse con la idea de que había cometido un terrible error al no acudir hasta ese lugar con Lobelha, y ahora siquiera tenía un teléfono para comunicarse con ella para pedir socorro si llegaba a necesitarlo. Sonaba un poco extraño incluso para él, pero si acababa muerto, estaba seguro que de un modo u otro iba a echar de menos a la chica en lo que hubiera más allá. Contempló el mismo panel que Siro observaba, como para matar el tiempo. «¿Es así como se sienten las personas durante sus últimos minutos de vida?» No estaba tan mal, la verdad. Siquiera en su casa había llegado a sentirse alguna vez tan tranquilo como entonces.
|
|
bachi
ultra nerd
Yaaawn~
Posts: 165
True Gender: Alien.
|
Post by bachi on Dec 2, 2014 16:45:38 GMT
El único de los tres leones que levantó la cabeza cuando Derian saludó fue Maquiavelo. El lento movimiento del león le arrugó la melena entre el espacio que le dejaba el hombro a su cuello, y el resto de su cabellera se encontraba alborotada en todas direcciones. Su ojo, adormilado y con una solemne molestia resignada, buscó entre las tres presencias al monstruoso bigote del domador. Al no encontrarlo, su nariz se dilató y en cambio percibió esa eterna esencia a llamas y ceniza que rodeaba el aura del otro domador, solo que ese domaba fuego. A su lado estaba La Mujer y más allá un tipo de olor extraño a plástico, de conciencia dispersa. Ahora que sabía que todo estaba en orden, e ignorando a las tres presencias, como si hubiera dado un asentimiento afirmativo de cuartel, Maquiavelo dejó caer la cabeza y siguió durmiendo. —¿Tienen nombre? ¿O en serio se llaman así? —Bruno se volvió a mirar a Nuria y Derian. Sin que ninguno de los dos lo hubiera notado, estaba aferrado a los barrotes de la jaula, con la cabeza metida en medio.
Lobelha no pudo menos que lanzar una carcajada. —¡Todos a bordo! —exclamó la peliazul mientras se encasquetaba el casco en la cabeza y daba al diablo con lo ordenado de su cabello. Se sentó a horcajadas en el asiento, y antes de que nadie pudiera decir nada, le arrojó el segundo casco a Hilaria. Se volvió a Sam y a Sally con una sonrisa de disculpa—. A la vuelta si alguien consigue destronarla, puede venir conmigo. Ahora sí, ¿están listos? Dio una patada a la palanca de arranque y aceleró un par de veces para “quitarle el frío a su chiquita”. En cuanto los otros dos estuviesen subidos a la plataforma, arrancaría el viaje.
Aunque Siro llegó a tocar el portero y los segundos de espera pasaron sin respuesta, su seño se relajó y hasta las comisuras de su boca se alzaron sigilosamente al ver acercarse a toda una troupe de carilargos ejecutivos con maletines. Sabiendo por la expresión desilusionada de sus rostros que venían de hablar con el Gran-Jefe-Gran, el hombre esperó a que abrieran la puerta y puso su pie de tope mientras saludaba con un “Buen día”. Mientras pasaba la comitiva, agarró a Uzeil por los hombros para hacerle espacio para pasar, y logró colarse dentro. —Bien: Paso uno, listo —asintió satisfecho para sí. Siro sacó una vez más el celular y lo observó distraído mientras le señalaba a Uzeil el interior de un enorme y hermoso ascensor que los aguardaba. Se metió junto al chico, buscó el botón del último piso, y justo al mismo tiempo el tono de espera de su celular comenzó a sonar sobre su oreja—. No te preocupes chico, te recibirá una mujer. Tú solo sonríe y asiente, estaré contigo en cinco minutos. De todas formas, era mejor que te conocieran primero a ti a solas —Le dio una palmada en el hombro y antes de que se cerraran las puertas, se filtró como gato por la pequeña rendija. Aguardando en el silencioso recibidor, Siro suspiró. —Brisa, es en serio. Atiende —le dijo al celular, como si la mujer pudiese escucharlo.
|
|
|
Post by Eve on Dec 16, 2014 1:34:23 GMT
Les dedicó emocionadas miradas a los tres grandes felinos, aun cuando estos volvieron a ignorarla para volver a sumergirse en la pereza. Solo cuando escuchó la voz calmada de Derian, como un grito dentro de las incoherencias sobre gatos y bigotes que atormentaban su cabeza, volvió a prestar atención al extraño muchacho, -A decir verdad...no lo sé- comentó Nuria sin darle mucha importancia a disimular frente a Bruno, de todas formas él no parecía muy atento a ellos- Anoche Rufus insistió en que se quedara, ¿Quién sabe? Tampoco sería la primera vez que debemos acatar ordenes sin pedir explicación ¿O sí?- preguntó la mujer con una sonrisa traviesa bailándole en los labios hasta que descubrió la escurridiza cabeza entre las barras de acero- ¿Bruno? Sí, se llaman asi. Puedes culpar al desequilibrado domador al que cuidan- se burló- Ahora saca la cabeza a menos que quieras que yo misma te la arranque.
-¡Genial! -Aphrodite, no creo que... ¡BAM! la plataforma unida a la moto calló con un estrepitoso sonido metálico apenas la rubia hubo puesto un pie dentro. -...Eso estuvo cerca- dijo la muchacha levantando la mirada hacia las otras dos- Creo que no estaba bien asegurada- se encogió de hombros- lástima. -No, esperen- se apresuró Sam mientras se arrodillaba a recoger las tuercas antes de que rodaran más lejos- Solo no estaban puestas en el lugar correcto ¿Ven? Esta pequeña de acá debe ir enganchada con ese metal de allá, es como un rompecabezas. -ABURRIIIIIDO- Sally bostezó sentándose con las piernas cruzadas en el suelo- ¿Se podrá arreglar ahora? -Si me dan una llave y un par de atornilladores, sí. Ambos miraron a la payasa.
En realidad ella esperaba que la llamaran, era fácil predecir el siguiente movimiento de la mayoría de hombres. Lo que no esperaba era no tener un plan bien trazado cuando eso sucediera. En cualquier caso, prefirió arriesgarse. -¿Qué?
|
|
Milly
ultra nerd
Posts: 131
|
Post by Milly on Dec 16, 2014 16:30:39 GMT
El lanzallamas no perdió tiempo para ponerse manos a la obra, desplazándose con pisadas silenciosas por aquí y por allá, limpiando sin interrumpir el plácido sueño de los tres leones. —Hablando del domador al que cuidan... —dijo una vez estuvo a pasos de Bruno y, muy respetuosamente, hizo retroceder su cabeza hasta alejarla completamente de las barras de la jaula y protegerlo de las potenciales amenazas que aguardaban por él ahí dentro; los durmientes felinos solo eran una de ellas, y no le agradaba la idea de que el joven sufriera algún tipo de accidente de decapitación mientras estuviese a su cuidado—... ¿dónde está?
El éxtasis que se había apoderado de ella nada más recibir el segundo casco no tardó en disolverse al caer la plataforma. Les devolvió una miradita de inocencia a los dos pares de ojos que la taladraban con mirada inquisitiva... y soltó una risita nerviosa. —Claro, claro, todo lo que necesiten. Solo denme un segundo... —Para asegurarse de que nadie le quitaría el casco, lo acomodó y aseguró sobre su cabeza, tan firme como resultase posible. Tras un par de minutos luchando contra aquella caótica mata de cabello rizado finalmente logró su cometido y se acercó a Sam y Sally, tendiéndole la bolsa de herramientas al muchacho. —Si nos hubieras comentado que sabías poner plataformas, ahora mismo ya iríamos de camino a rescatar a Uzeil en lugar de seguir perdiendo el tiempo —le regañó con la dramática voz de una madre furiosa. Al final, la curiosidad podría más que su intención de montar una nueva puesta en escena. Se arrodilló junto a Sam, tal vez demasiado cerca, tan impaciente como emocionada por verlo trabajar—. ¡Vamos jovencito, enséñanos tu talento con las tuercas! ¿Necesitas ayuda?
|
|
bachi
ultra nerd
Yaaawn~
Posts: 165
True Gender: Alien.
|
Post by bachi on Jan 17, 2015 23:54:09 GMT
Santiago iba corriendo, perdido y desesperado, sin rumbo fijo de un lado a otro. Cuando finalmente se dio cuenta que no estaba alcanzando ningún objetivo factible, dio media vuelta e intentó que su cerebro racionalizara la información que recién había adquirido: El asistente no respondía, no estaba. Habían dos opciones: A) Se había quedado dormido. B) Había desaparecido por: 1-Lo había secuestrado un grupo de payasos terroristas. 2-Lo había secuestrado la competencia. 3-Había renunciado y escabullido silenciosamente para que nadie lo viese. 4-El circo finalmente se lo había tragado. La última había aparecido repentinamente en su mente y no le había gustado. Ya habían tenido ayer demasiado con el corte de luz (del que todavía no tenían información factible, según el noticiario de la madrugada que había escuchado en la radio de Kavi) como para que ahora también sucediera aquello. Ah, pero él no sería el que se lo informara a la directora, no, claro que no. Era estúpido quizás pero no suicida. Por eso ahora Terna correteaba a toda velocidad como alma que persigue el diablo directo a los vagones y dormitorios de sus compañeros... Donde por mala suerte no encontraría a nadie. —P-p-POR QUÉ A MIIIII —tartamudeó mientras se arrodillaba en el suelo y aporreaba la cabeza del cuarto de hombres con la frente.
Mientras aquellos dos charlaban tranquilamente Bruno Ivanés se sentó en el suelo y bostezó con pesadez. De vez en cuando recordaba aquella vez que su tía Matilda le había regalado un zoológico de hormigas, otras acudía a su mente el vivo recuerdo de su hermana subida a una silla, trepándose por una estantería de cajitas, libros y otros juguetes extraños, hasta que caía encima de la pecera y "Dile adiós a tus hormigas, Brunito". Ah, cómo había llorado con eso. Se sorbió la nariz distraídamente y los volvió a mirar. —Cuando hablan del domador se refieren al de bigote —Se puso el dedo índice entre la nariz y el labio—, ¿no? Lo vi.
A Siro le dieron un pisotón en el corazón cuando la voz de Brisa FINALMENTE accedió a hacer acto de presencia. Pero él, a diferencia de su retorcida amiga (oh por todos los dioses, el cielo no lo permita)... conocida, tenía una especie de itinerario a seguir. —Te necesita el mundo del arte —respondió con calma—. Y eso equivale a decir que en mi trabajo hay un posible puesto vacante por el cual a ti te gustaría platicar. No puedo comunicarme por teléfono de estas cosas en realidad, así que si estás interesada, deberías venir —Pausa. De algo se estaba olvidando—. Ah, sí. ¿Entonces te interesa?
Lobelha podría haberle explicado a cualquiera que la viese allí, parada junto a una ducati vieja, con el casco ya puesto en la cabeza y muriéndose del calor, que sí, de hecho estaba en una especie de ensayo teatral para una obra de comedia dramática. Porque lo que estaba presenciando era prácticamente eso. La chica se quitó el yelmo con delicadeza, se acomodó un poco el cabello y con un suspiro paciente se apoyó contra su moto. —Avísenme cuando toda esta locura termine —contestó, ojeando su celular— ¡No les sorprenda si me quedo dormida!
|
|
|
Post by Eve on Jan 19, 2015 18:24:50 GMT
La tarea era simple, pero tal vez por el hecho de ver los tres insistentes pares de ojos femeninos clavados en él, Samuel se obligó a apurarse ajustando las tuercas sueltas. Dando algunas sacudidas de prueba a la caja metálica que los llevaría (ya se había resignado) a él y Aphrodite por una larga búsqueda a través de Roma. -Creo que ya- dijo levantándose y frotando la muñeca adolorida. Sally se trepó primero y dio unos saltitos dentro. -Parece seguro. -Es seguro- respondió él- ...creo. La rubia tomó al niño de un brazo y tiró de él para que se metiera dentro del compartimiento. -¡Vamonoooooooooos!
-La última vez que lo vi fue aqui- dijo señalando el lugar en donde se encontraban ambos de pie- literalmente, dentro de la jaula de leones- siguió mientras tomaba una escoba y hacía lo propio del lado contrario. Siempre echándole una mirada a Bruno, no fuera a correr a disfrazarse como mujer...otra vez. Confiaba en que el infame vestido rojo hubiese sido puesto fuera de su alcance- Tal vez, al fin, le dio la locura y...¿Cómo que lo viste?- se interrumpió y giró hacia el muchacho, agachándose para ponerse a su altura y entrecerrando los ojos con desconfianza- ¿Cuándo....?¿Cuándo lo viste?- preguntó -Y exactamente ¿Haciendo qué? Pobre de Thomás. Pobre de ese idiota y bigotudo domador.
Asintió con la cabeza antes de darse cuenta que él no podía verla. Rió un poco. Fue perturbador. -Me interesa ver en qué planes piensas incluirme - dijo cuando recobró la calma- y, sobre todo, me interesa saber qué gano yo. Estoy dispuesta a hablar de negocios contigo, lo sabes, pero en este momento no me encuentro en la ciudad. Estoy de viaje por Sicilia resolviendo unos asuntos. La verdad, Siro, es que no planeaba regresar tan pronto...tal vez, el próximo mes, si es que Rubén no tiene otros planes- agregó en un dubitativo susurro, como quien no quiere ser escuchado pero aun así lo es- Si de verdad me necesitas (y así lo creo por tus insistentes llamadas), podría adelantar mi regreso. PERO deberás depositar el pasaje de regreso a mi cuenta en el banco- se interrumpió y murmuró algo inentendible para el otro lado de la linea- Tengo que cortar ahora. Avísame con un mensaje si harás lo que te dije- Colgó. Había mentido. Y no sabía por qué. Pero unos cuántos billetes más en su cuenta no le caerían nada mal...
|
|
nit
super nerd
Posts: 74
|
Post by nit on Jan 20, 2015 0:41:43 GMT
-¡¡¡¡MATILDA!!!! -el furibundo grito frustrado e iracundo que abandonó la garganta de Lumiere, el que apenas nunca sí se alteraba mínimamente, rebotó por todo el lugar para luego, mantener el suspense de lo que diría a continuación. Sin embargo, se desplomó en la silla y la miró.-¿De verdad no anotaste absolutamente nada de lo que dije? -Cerró sus ojos, inspiró y expiró de forma lenta.-Bien -habló sin abrirlos aún- aún podemos recordar lo que dije pero -la miró a los ojos- harás absolutamente todo, absolutamente, -recalcó- todo lo que yo te diré ahora, ¿entendido? -Volvió a restar en silencio, esperando su respuesta para luego, tras alargarlo quizás innecesariamente, finalmente recuperó el habla.-Yo pondré mi mano sobre las cartas y tú pondrás la tuya encima y me la agarrarás fuerte. En ningún caso, Matilda, en ningún caso debes soltarme la mano hasta que aparte definitivamente mi mano de las cartas, ¿de acuerdo? Con la otra, hazme el favor y anota todo lo que diré porque no pienso repetirlo. ¿Te ha quedado claro? -Cuando recién entraba a trabajar en el circo viajaron a Hungría y una gitana le llamó la atención por lo que decidió ir a hablar con ella. Esa fue la primera vez que Lumiere entró en trance pero también la primera vez que le hicieron una predicción a futuro y es la que ahora recordaba. "Cuando la torre se desmorone, te quedarás ciego".
-¡¡¡¡NO!!!! -gritó y se desesperó pero, cuando Omaia le agarró las manos, ella las soltó de inmediato tirando para atrás. ¿Es que ese hombre de bigote gordo y bata no entendía? ¿Es que? ¿Qué quien era ella? Por Alá y el Profeta Mahoma. Estaba por empezar a soltar tacos por todos los contratiempos que estaban surgiendo en ese mismo instante.-Ahmed, desvíate -le pidió- regreso al hotel, diré que solo necesitaba una vuelta matutina en coche. -Y luego agregó solo en árabe, para que el domador no la entendiera.-Mañana será un nuevo día, no voy a arriesgarme tanto como para que él...-se estremeció. -La entiendo, Señorita, y a él deberemos dejarle donde le recogimos, ya está viendo demasiado a otro hombre que no es su prometido.-Habló Sharam, sensato como siempre. -Tampoco he mirado tanto y tanto, solo su rostro -masculló, molesta mientras se cruzaba de brazos y Ahmed desvíaba la ruta. En eso sonó el teléfono y el conductor lanzó un improperio en árabe para luego atender la llamada y colgar enseguida. -¿Quieres saber quién soy? -le preguntó, mirándole aún con las gafas puestas. -Soy Raissa Yapur, hija del Jeke Omar Ibn Al-Yapur -se presentó- prometida a Hazan Ibn Marht -terminó por explicar.-Soy árabe y profeso la religión. Aunque quiera saltarme las reglas, realmente no debería hacerlo. Por eso te dejaré dónde te encontré y yo regresaré a la habitación y ya está, esto es demasiado para mí. No puedo asumirlo.-Y apretó los tickets del circo con rabia y frustración.
-Señor -habló Ciel discipliente como siempre- va a venir ahora un invitado, iré a recibirle.-Se incorporó y abrió la puerta para salir al pasillo, cruzarlo sin mirar a los lados y con la cabeza bien alta y atravesar otra puerta, justo en el momento en el que el ascensor se abría.-Tu debes ser Uziel Brambilla, ¿cierto? Ven sígueme, te estábamos esperando.-Y, sin más dilación, dio media vuelta y empezó a andar hacía el interior de nuevo, esperando que el chico le siguiera.
|
|
bachi
ultra nerd
Yaaawn~
Posts: 165
True Gender: Alien.
|
Post by bachi on Jan 24, 2015 20:52:24 GMT
Lobelha no esperó a que se dijera nada más. Lo cierto era que a medida que pasaba el tiempo, más nerviosa se ponía. Su preocupación no venía precisamente por la desaparición repentina de Uzeil, quizás era más bien el extraño desbarate de sus propios planes o de lo que creía haber adivinado: En pocas palabras, nunca se le hubiese cruzado por la cabeza que el chico, al que con tan poca insistencia había conseguido convencer de escapar de su vida rutinaria, se desvaneciera como voluta de humo retornando a sus orígenes. Lobelha no era ningún sabueso, pero allí había algo que le olía apestoso. Así que dándole dos golpecitos y asegurándose de que Hilaria tenía bien colocado el casco, se sentó de un salto en la ducati y aceleró. La chica se bajó el visor y aceleró de nuevo. —¿Listos? No esperó a que le respondieran. Con una sonrisa que presagiaba un viaje a toda velocidad, la peliazul soltó el embriague y la moto, como un caballo ansioso, cabeceó antes de salir despedido.
—Lo vi como vemos las personas —Bruno pegó las puntas del índice y el pulgar de cada mano y se llevó las “gafas” a los ojos. Ladeó la cabeza y observó con una sonrisa a Nuria—: Con los ojos. ¿Puedo entrar a la jaula? —preguntó aferrándose a las barras y balanceándose hacia atrás, echando la cabeza para ver todo dado vuelta—. Estaba paseando sobre los vagones, volaba un poco hacia la izquierda y otro poco a la derecha pero hacía frío porque a la madrugada refrescó cuando se nubló y cae el rocío. Oh —Como si recordara algo, se volvió a fijar en la bailarina—. Yo, no Thom-Thom. Pero lo vi —Se encogió de hombros—. Estaba en bata, iba apresurado contando dinero. Unas monedas. ¿Puedo ahora entrar en la jaula? —Devolviéndole la expresión, arrugó la nariz y la miró ceñudo, esperando la paga a toda la información dada.
Siro abrió la boca y se cortó la llamada. Siro volvió a cerrar la boca. El hombre se restregó los ojos con parsimonia y suspiró. ¿Y cómo se suponía ahora que le explicaría de qué iba el trabajo? Tecleando con toda la paciencia del mundo explicó lo siguiente: “Srita, le comunico que aunque no me permitió que le explicase en qué consistía dichoso trabajo, interpretaré su abrupta interrupción como un sí. Con suerte depositarán el dinero, lamentablemente yo no dispongo de la confianza como para procurárselo” Siro alzó la vista, le había caído una gotita en el pulgar “Antes tendré que hablar con el Señor Todopoderoso que encabeza al equipo. Con suerte mañana estará aquí. Con menos suerte la semana entrante. De una u otra forma debo advertirle: Es un trabajo serio, nada que ver con el último proyectito infructuoso en Francia. En otras palabras, nuestros cuellos se la juegan. Cariños. S.” Mandó la misiva siquiera antes de que pudiera arrepentirse de las últimas palabras. La costumbre, pensó haciendo una mueca antes de guardar el celular en el bolsillo y llamar al ascensor.
Matilda iba por el tercer shock de whiskey cuando el reto de Lumiere se elevó por el aire con furibunda resignación. La mujer dejó el vasito sobre el escritorio y se dio vuelta para encararlo con la botella en la mano y el movimiento bamboleante de un velero náufrago. Alzó un dedo regañón y frunció el ceño, lo más fruncido que pudiese. —A mí no me retas como a una cervatilla de cinco años —Se tropezó—. En últimas, como una cierva —Se rió y tanteó en el aire para lograr ubicar su trasero correctamente en el centro de su silla. Erró por cinco nefastos centímetros y todo se fue al diablo. Antes de que el hombre pudiera acudir en su auxilio, un brazo por detrás del escritorio volvió a emerger con un dedo acusador. Con el ruido de cristales bailarines, la directora del circo apareció poco a poco desde atrás como una marioneta. —No te preocupes —Con las dos manos la mujer depositó la botella, impoluta, en el centro—, no se me rompió nada. Ahora sí, ¿decíasss? La mujer escuchó toda la explicación de Lumiere con la cabeza entre las manos, derritiéndose poco a poco en su somnolencia como una colegiala en clase de matemáticas. Cuando al término de la perorata el adivino finalizó, con un ronquido atravesado Matilda se sobresaltó y asintió con la seriedad de un borracho. —Como el agua —asintió y le dio la mano derecha mientras con la izquierda buscaba torpemente en un cajón por libreta y lapicera—. Yo te sostengo la mano, tú hablas, yo escribo. ¡AH! Y no te suelto porque te me escapas sino —Le guiñó el ojo antes de reírse. La risa pronto se precipitó en un balbuceo lastimero y la mujer hundió la cabeza entre las manos, dramáticamente— ¡No quiero volver a escucharlo! —bramó y se tapó las orejas— Simplemente podemos quedarnos aquí, sí, agarrados de las manos como estúpidos pubers, tomando otro poco de whiskey…
El domador de leones siempre se había considerado un sujeto calmado, elegante aún con pantuflas y aires de trotamundo con las mujeres que tenían la paciencia para sentarse y escucharlo. Nunca había perseguido a ninguna como quizás estaba haciendo ahora con cierta dama de escasas mechas azules, porque por lo general su mesura acrecentaba sus niveles de vagancia hasta límites insospechados y las mujeres (en raras muchas ocasiones) significaban cambiar un itinerario que llevaba cómodamente cambiante a su medida… Y ahí se encontraba ahora, sentado frente a una chiquilla de nombre imponente (e impronunciable), que luchaba no solo contra un destino implacable, sino contra una cultura de peso milenaria que cargaba sobre sus hombros. Thomas la vio rendirse y una llama se encendió en su pecho. Apretó los labios con fuerza y golpeó un puño en su palma izquierda. —¡Deténgase chofer! —bramó con teatralidad— ¡De media vuelta y diríjase inmediatamente hacia los terrenos de Circus Maxium! ¡Una vez allí dentro seremos intocables por las leyes irrevocables del teatro, el arte y el drama! —En un arrebato, se puso de pie mientras abría de nuevo la boca y ensanchaba el pecho… Hasta que se golpeó la coronilla contra el techo de la limusina y tanto la realidad como el karma socarrón lo hicieron volver a la dolorosa materialidad. El domador miró a Raissa y suspiró mientras se sobaba la cabeza, con lágrimas en la comisura de los ojos. —A decir verdad señorita, quizás sea todo un poco más complicado de lo que lo he explicado, pero… ¿en serio se va a dar por vencida tan fácilmente luego de todas las molestias que se ha tomado? —Thomas entrelazó las manos y le sonrió, enarcando la cejas— No parece esa clase de persona, si me permite —Ladeó la cabeza hacia ella.
|
|
Milly
ultra nerd
Posts: 131
|
Post by Milly on Jan 24, 2015 23:31:11 GMT
La oleada de pánico que se apoderó de Uzeil cuando Siro decidió abandonarlo a su suerte no dio señales de menguar a medida los segundos transcurrían al interior de aquel espacioso ascensor, de modo que si quiera fue capaz de reunir el valor suficiente como para aproximarse al panel de los botones, presionar cualquier otro piso y echar a correr como alma que lleva el diablo. Y como no lo intentó no tuvo ocasión de darse cuenta que aquella maniobra no habría servido de nada, pues se encontraba en un ascensor de acceso restringido. Cuando el aparato se detuvo y las puertas finalmente se abrieron, Uzeil sufrió un muy predecible estado de parálisis... que cedió nada más oír las órdenes de la mujer que parecía haber aguardado su llegada y que sabía su nombre. La siguió en silencio, aterrado, sus ojos pendientes de cada centímetro del espacio que lo rodeaba y del derroche de ostentación que comprobaba manifestarse a cada paso. Entonces lo comprendió todo: mafiosos. Estaba tratando con peligrosa gente de la mafia que, desde luego, necesitaban información. Los mafiosos siempre querían información, y dinero, y Uzeil no contaba ni con una ni con otra cosa. No supo si odiarse más a sí mismo por su condenada curiosidad insaciable... o a Circus Maxium, por tener que ver con ese tipo de gente e involucrarlo a él en un asunto del que no tenía idea. Ahora lo torturarían, lo amenazarían y lo encerrarían, solo por haber pretendido ser parte del circo.
Derian se adelantó a cualquier otra respuesta. —Quizás otro día —dijo con voz pausada, profunda y amable—. Hemos acabado por hoy... y no sería educado interrumpir el sueño de los leones solo para complacer tu deseo de invadir su territorio, Bruno. Así, sin necesidad de mediar alguna otra palabra, reunió el material utilizado y ayudó a la bailarina a dejar la jaula para luego cerrarla con algunas precauciones adicionales, en caso de que al joven ahí presente no le bastase con los argumentos del lanzallamas. Observó de reojo a Nuria, secretamente preocupado por la actitud con la que recibiría las revelaciones sobre el paradero de Thomas. A Derian le bastaba con saber que el domador de leones no se encontraba en aquel momento en los alrededores del circo, pues su política iba siempre dirigida a no entrometerse en los asuntos y la privacidad de los demás. Su compañera, en cambio... hoy la percibía particularmente susceptible, y resultaba difícil -prácticamente imposible- saber si eso significaba algo bueno o malo. En el intento de dejar atrás el asunto, dijo: —No te preocupes, Nuria. Cuando regrese, yo le diré a Thomas que hoy me has ayudado con los leones. Así no podrá sacarte nada en cara al respecto, en un futuro cercano.
El grito de júbilo de la payasa alcanzó cada pequeño rincón del circo antes que el mismo quedase muchas, muchas calles atrás a medida que la moto seguía el curso trazado por su peliazul conductora hacia la desconocida casa de Uzeil. —¿Cómo va todo por allá atrás? —gritó a los pasajeros de la plataforma cuando Lobelha se detuvo ante un semáforo en rojo—. ¡Apuesto que ni la mitad de divertido de lo que se está por este lado! —dio un pequeño golpecito a su casco, soltó otra estridente carcajada, y volvió a centrarse en el frente—. ¿Estamos cerca ya?
|
|
|
Post by Eve on Jan 28, 2015 14:14:06 GMT
Contando dinero. ¿Contando dinero? ¡Eso pudo haber ocurrido en cualquier momento del día! Nuria iba a preguntar más, hasta que Derian se le adelantó y, tan caballeroso como era, cerro la jaula de los leones con ella y Bruno afuera. Fue cruel. -Aunque lo hiciera- respondió con una sonrisa dibujándose en el rostro- sus reproches durarían unos segundos, ya sabes que ese domador tiene una pobre concentración. Ya no estas más a mi lado, corazón. En mi alma solo tengo soledad... La gitana levantó la mirada al escuchar la conocida voz que se acercaba cada vez, observó divertida a su acompañante mientras alzaba una ceja y esperaba. Y si ya no puedo verte, porque Dios me hizo quererte... Cuando el hombre apareció, llevaba una guitarra sujeta con tanto amor que parecía una amante entre sus brazos. Era una escena tan íntima, que la mujer se vio obligada a apartar la mirada unos segundos, más no por eso seguir oyendo la voz de Kavi. -Para hacer sufrir más- canturreó el hombre dando una pequeña vuelta sobre sí mismo, como si bailara con alguien. En el último giro, descubrió al peculiar trio de pie frente a él- Oh, buenos días- saludó con una graciosa reverencia -Escuché que Matilda había despertado ya, de hecho, la oi gritarle a Santiago. ¿Cómo está ella?
Los dos muchachos de atrás eran polos opuestos. Sam parecía enfermizamente concentrado en un punto fijo dentro del cubículo y era porque, en realidad, si miraba hacia la pista a esa velocidad, terminaría vaciando su estómago por las calles de Roma. Sally, en cambio, irradiaba felicidad. El cabello rubio alborotado y los ojos achinados por el viento era lo que menos importaba en aquel momento.
Leyó el texto apenas llegó, pero no se molestó en responder. Siro acababa de responder las preguntas que ella no tenía ganas de hacer. Skyler había dicho para quién trabajaría y si él la quería a ella, pagaría su precio. ¿Cierto? De lo contrario, se lo haría pagar...de nuevo, como en Francia. Una sonrisita macabra se le dibujó en el rostro.
|
|
bachi
ultra nerd
Yaaawn~
Posts: 165
True Gender: Alien.
|
Post by bachi on Jan 31, 2015 19:07:16 GMT
((Uzeil y Thomas deberían juntarse a charlar de mafiosos y terroristas JAJAJA))
—¿En qué andabas pensando, chico? La mano inesperada sobre el hombro de Uzeil correspondía nada más y nada menos que a Siro. Acaban de cerrarse detrás de él las puertas del ascensor que lo habían guiado hasta allí, y había seguido el eco de los pasos de Cian hasta donde estaban, aguardando por ser atendidos. Antes de que el joven pudiese responder cualquier cosa, el dueño del largo bigote-mostacho se volvió a la mujer y la saludó con un típico parco asentimiento de cabeza. —Cian, ¿todo en orden? —preguntó mientras ponía las manos en los bolsillos y con un leve ladeo se volvía a la imponente puerta que esperaban franquear. Aquel movimiento emitía una única y sencilla pregunta: ¿Está hoy de humor?
—Pa…Payaso —logró formular Bruno entre bostezos antes de que un agitado Santiago apareciera en medio del pequeño círculo que se había formado. El recién llegado había seguido el sonido musical como las abejas a la miel y los miles de ratones al flautista, ¡pero válgame el cielo que le había costado alcanzar al endemoniado trovador! ¿Acaso se teletransportaba cantando? En fin, pensó, apoyado sobre sus rodillas como estaba, sudado de pies a cabeza (se había bañado a la mañana temprano, y oh cielos, ya necesitaba otra ducha, y no era necesariamente porque Hilaria le había hecho dar vueltas por toda la pista con Treste pisándole los talones); es hora de soltar las malas nuevas. Con el rostro compungido por una mueca entre la histeria, la vergüenza y el cansancio, el payaso alzó la cabeza para mirar a los cuatro adultos responsables y al… Mejor dicho, al único adulto responsable, a los otros dos errantes y al distraído mental. —¡Q-qué bueno que los encuentro! —tartamudeó— ¡Oh santa, santa Elíada! No está Alejandro —casi gimoteó—. ¡N-no en-encontraba a n-nadie! Ma-matilda me mandó a bus- a buscarlos p-pero… —Soltó cada una de las palabras como si nuevamente el arte en el que se convertía cuando el circo se trastocaba de noche lo hubiera invadido de día. Se lanzó a Derian y le aferró las mangas de la ropa—, ¿¡dónde diablos están los aprendices y Hil!? No me digan que la dejaron a cargo de ellos —susurró horrorizado ante la sola idea. Lo que Hil consideraba divertido y fantástico muchas veces no concordaba con lo que Santiago consideraba responsable y adulto.
Si le hubieran preguntado a Lobelha, ya que estábamos en la mañana de las preguntas, habría respondido con toda seguridad al principio de la mañana que lo que habían decidido hacer era lo más cuerdo y adecuado posible. Ahora, con las gotas de lluvia cayendo cada vez más insistentes sobre el casco, con el estómago rugiéndole por no haber desayuno, y la fatal seguridad de que acababa de cruzar en rojo un semáforo; no estaba tan segura. —¡Ya… Ya falta poco! —respondió a la pregunta de la payasa con toda la seguridad que pudo transmitir en la voz, pero no estaba del todo segura de haberlo conseguido. No les había dicho nada aún, pero era la tercera opción que se le había ocurrido y que había descartado en cuanto había comprobado los números y fachadas de la calle. ¡Estaba casi segura de que Uzeil en algún momento le había dicho dónde vivía! Casi, casi… Cuando cayó en la cuenta de que en esas cuatro esquinas que estaban circulando no había semáforo y que una limusina negra imponente se estaba cruzando en su camino, la mente rápida de Lobelha primero maniobró: La rueda trasera de la ducati chirrió en el viejo asfalto italiano mientras la chica trataba con toda la fuerza de sus brazos de enderezar el manubrio de la motocicleta para quedar paralelos al vehículo, y al mismo tiempo mantener con la pierna izquierda en línea el peso suyo tanto como el de Hilaria. La fuerza del tirón hizo efecto látigo en la plataforma donde llevaba a sus otros dos amigos, pero antes de que pudieran impactar contra la puerta trasera, los ojos veloces de Lobelha se fijaron en los espejos retrovisores… La chica tiró hacia el otro lado el manubrio y apretó el acelerador al máximo. El peso no estaba de su lado, así que lo contrarrestaría con velocidad. El tirón provocó el efecto contrario, y en vez de estrellarse contra la limusina de costado, la rueda frontal de la ducati chocó contra la rueda frontal izquierda de la limusina. Ahora sí. Lo segundo que hizo la mente de Lobelha, cuando el dolor de cuello pasó, fue tocar la bocina y lanzar una bonita maldición en italiano. La euforia de haber conseguido realizar la maniobra fue opacada por la burbujeante furia de conductor que aplacó al quitarse el casco bruscamente de la cabeza. —¿¡Todos en orden allá atrás!? —preguntó antes de volverse a la ventanilla que tenía justo al lado y golpearle con los nudillos: TAP TAP— ¿¡Hay alguien con inteligencia mayor al de un primate dentro!? ¿ALÓ? La ventana de atrás, la del pasajero, bajó y un grito ahogado la hizo darse vuelta. El alma se le cayó a los pies al reconocer el bigot… —¡HILARIA! ¡Dios mío! ¿¡Estás bien!? Pero si —Cuando Thomas pareció caer en la cuenta de frente a quiénes estaba, se quedó boquiabierto— ¡… pero si son todos unas malditas sabandijas escurridizas! —exclamó acusándolos con un dedo que sacó por la abertura, soltando una carcajada triunfal de quien encuentra con las manos en la masa a toda una pandilla de criminales.
|
|
Milly
ultra nerd
Posts: 131
|
Post by Milly on Feb 1, 2015 20:38:34 GMT
((Wow, esa sería una charla épica xDD!!))
Derian no manifestó intenciones de reprender el ataque de histeria del pobre Santiago, en primer lugar, porque no tenía ningún derecho a hacerlo. Además, si este no se liberaba de la tensión que parecía estar asfixiándolo, jamás lograría tranquilizarse. Así que dejó sus mangas a disposición del desdichado payaso y lo contempló con calma, resistiendo el impulso siempre patente de unirse a su desesperación. Realizó un gesto de negación con la afeitada cabeza. —Al parecer hoy no esperó instrucciones de nadie —habló sin prisa, con un leve encogimiento de hombros—. Cuando llegue a su motorhome ya se había dado a la fuga. No sé qué tendrá en mente... pero volverá. Ella, y los aspirantes también —¿Por qué no iban a hacerlo? No negaría su recelo hacia la desaparición de la compañera de Terna, pero era difícil pensar que salir en su búsqueda mejoraría las cosas considerando la cantidad de desaparecidos registrados en una sola -y lógicamente caótica- mañana. En lugar de eso, depositó una tranquila mano sobre el hombro de Santiago para hacerlo entrar en razón. —¿Dijiste que Matilda nos buscaba? ¿A todos? —consultó amablemente, señalando a Nuria, Bruno y el recién llagado Kavi.
Hilaria saltó de la moto nada más reconocer el bigotudo rostro que se asomaba por el vidrio polarizado de aquel colosal vehículo. Luego de aquella fantástica maniobra llevada a cabo por la peliazul sus ojos brillaban con la excitación y el éxtasis de un asesino en serie que se aproxima para hacer pedazos a su siguiente víctima, de modo tal que cuando estuvo ante el domador de leones... su apariencia asustaba un poco. —¡Thomas! —exclamó con una carcajada, quitándose el casco para dejar a la vista un revoltijo de cabellos a juego con su expresión. Y metió la cabeza para husmear al interior del auto—. ¿Qué se supone que haces, viajando en una porquería de cuatro ruedas tan aburrida como esta cuando podrías...? Para cuando reconoció a la misteriosa acompañante de su compañero ya tenía medio cuerpo al interior de la limusina. —¡La chica del velo! —exclamó con el entusiasmo digno de una... bueno, de una Hilaria—. ¿Ahora es tu amiga, Thomas? ¡Siempre te me adelantas, maldita sea! ¿Te ha dicho ya dónde compra esos velos? Tal vez, luego de que encontremos a Uzeil, podríamos ir a... —sus pulmones interrumpieron su interminable diálogo, exigiendo una profunda bocanada de aire. La nueva recarga de oxígeno -o una paroxística posesión del espíritu de Santiago, quizás- pareció otorgarle una pizca de lucidez—. Cómo sea, ¿a dónde van?
Preguntas y potenciales respuestas por igual fueron arrastradas al olvido cuando una gran puerta situada al final del pasillo se abrió, lentamente, silenciosamente. En el umbral aguardaba un hombre de aspecto imponente, el tipo de personas que podría hacer desaparecer a miles de personas con solo mover un dedo y acallar millones de rumores con solo desearlo. Un personaje con medios para hacer lo imposible. A Uzeil aquel rostro severo y magnífico le parecía ligeramente familiar. ¿Lo habría visto en la televisión, el periódico? Tal vez en sus pesadillas... Cuando Bernard Saunière volvió la fijeza terrible de sus ojos desde sus asistentes al muchacho, este se detuvo en su lugar y comenzó a retroceder. —Y-y-yo n-no he hecho n-nada —tartamudeó el chico con la voz quebrada por el pánico—. No sé nada. S-se lo ruego, señor, yo solo... Entonces, para sorpresa del pobre jovencito, el hombre cambió su expresión. Una sonrisa suavizó su rostro de pronto, tan paternal que por un instante Uzeil debió preguntarse por qué había estado balbuceando segundos atrás. —Está bien, no tienes que darme explicaciones de nada, Uzeil. En cualquier caso, ese es mi trabajo ahora —volvió a sonreír antes de echar una extraña mirada Siro, aunque continuaba dirigiéndose a su joven presa—. Comienzo a sospechar que en tu camino hasta aquí no has recibido el trato que esperaba...
|
|
|
Post by Eve on Feb 4, 2015 2:54:30 GMT
-Eso me recuerda...-Kavi comenzó dando unas mirada medio arrepentida a los presentes- Creo que los vi. Bueno, no a todo el grupo...pero Hilaria pasó corriendo hace unos diez minutos cargando una caja de herramientas. Me ofrecí ayudarla pero me gritó algo de que ya eran muchas personas en tan poco espacio...Luego vine por aqui esperando encontrar a Thomás- se encogió de hombros. -Entonces se fueron en la moto- dijo Nuria haciendo un gesto con la mano- Estaban comentando algo sobre ella cuando me desperté, tal vez un paseo o algo asi. Entonces...¿Dices que nos quieren ver? ¿Eso lo incluye a él?- preguntó atrayendo a Bruno al frente antes de que decidiera meterse por sus propios medios a la jaula de los leones y oh, cielos, después de aquella noche ella lo creía más que capaz.
Aquello fue la gota que derramó el vaso. Apenas comprobó que todas sus partes seguian unidas, Sam saltó de la moto hacia la vereda más cercana y vació su estómago con lo que fuese que quedara de comida. Aphrodite apenas le dedicó una mirada antes de decidir que aquello era un espectáculo que no quería recordar por muy bien que le agradara el niño de las tuercas, asi que enfocó su atención en la, por una fracción de segundo, furiosa Hilaria. Pero cuando vio aparecer un familiar bigote dentro del vehículo, estiró el cuello lo más que pudo y dedicó distraidos saludos a él y quienes estuviesen dentro. Para cuando se acomodó de nuevo, como si nada hubiese pasado, un Samuel con mejor aspecto del que tenía regresó a su respectivo lugar.
|
|
nit
super nerd
Posts: 74
|
Post by nit on Feb 8, 2015 21:13:18 GMT
-¡¡¡A LA MIERDA, MATILDA!!! -gritó Lumiere incorporándose y quitándole el whisky, tanto botella y vaso, para luego abrir la puerta del motorhome y dejarlo fuera para luego volver a cerrar.-¿!Es qué nunca puedes tomarte las putas cosas en serio?! -le gritó. Estaba indignado, indignado porque ella no cooperase, porque estuviera aterrada y porque se mostrase como una niña frente a él. El árabe no solía enfadarse, ni tan siquiera perder los estribos pero es que Matilda, le estaba sacando de quicio. "Cuando la torre se desmorone, ciego te quedarás" Aquellas rudas, difíciles y duras retumbaban en su cabeza a la par que se acercaba a la Directora de Circus Maxium y la zarandeaba para que entrase en razón.-Si lo haces ahora, nos olvidaremos de este asunto ahora y siempre, ¿de acuerdo? -"cuando se desmorone"- así que te lo pido por favor -"ciego te quedarás" la cantinela seguía en su mente, torturándole. Si Circus Maxium se iba al suelo, él se quedaría ciego y eso pasaba por hacer recapacitar a la mujer que tenía enfrente.
-No, no soy de rendirme pero...-por debajo de las gafas, del velo, lloraba- ¿qué puedo hacer? -cuestionó mientras el chofer que no hablaba ni entendía lengua alguna que no fuera la propia, seguía imperturbable la dirección hacía el hotel, hacía donde esa locura nunca tendría que haber comenzado.-Estoy prometida, mi padre es uno de los jeques más grandes de Arabia Saudita y me voy a casar con el hijo de uno de los hombres más influyentes y ricos del planeta. Mi destino no es ser artista, mi destino...-se llevó las manos bajo las oscuras gafas cuando... chocaron. El chofer empezó a lanzar imprecaciones al cielo y a los demonios cuando aquello sucedió y observó todo lo que ocurría. Raissa, al ver que Thomas bajaba la ventanilla del copiloto se quería morir pues detrás de ellos la otra limusina también frenó y todo de hombres entrajados, con gafas de sol y cara de pocos amigos, apuntaron a Hilaria y compañía con las pistolas. ¡¡Nadie se acercaba tanto a alguien que ellos protegían!! Dos guardaespaldas de Hasan posaron las pistolas en las sienes de dos de ellos mientras un tercero agarraba a Hilaria del cuello y tiraba de ella hacía atrás posándole otra pistola en la sien, fue en ese preciso instante que la ventana tintada de Thomas subió como por arte de encantamiento, y sola. Sharam se desabrochó el cinturón y pasó a la parte de atrás, desabrochó a Raissa del cinturón y, tras asegurarse que estaba bien, la sentó en el suel donde le dijo que se ovillase para así que ninguna bala pudiera darle. Y ahí reaccionó, mirando furibunda a Thomas.-Diles que se vayan y aquí no pasará nada, por favor.-Le pidió..-No quiero que nadie del Circo salga malherido, por favor...-la súplica desde el suelo era clara.
-Todo en orden, Siro, -habló metódica como siempre y,cuando el sujeto hizo ese movimiento solamente se dedicó a abrir la puerta y a adelantarse a ambos para anunciar su llegada.-Señor, aquí llegó Siro con alguien con quien le interesará tener una charla. ¿Desea que me quede o prefiere que espere fuera? -cuestionó aunque interiormente esperaba poder quedarse dentro.
|
|
bachi
ultra nerd
Yaaawn~
Posts: 165
True Gender: Alien.
|
Post by bachi on Feb 11, 2015 18:09:36 GMT
Santiago miró a uno y a otro de sus compañeros mayores de circo, y lentamente comenzó a desinflarse. Se habría puesto a llorar allí mismo de gratitud si su pendiente alarma anti-desaparaciones hilarezcas no se hubiera encendido, lo que provocó un sentido del deber inmenso en el payaso y le hizo tomar las riendas con una seguridad y madurez pocas veces antes vista. —Sí, tienes ra-razón Derian —contestó Santiago con el ceño fruncido mientras chocaba un puño contra la palma de su mano—. Hil volverá. Y siempre lo hace de una pieza —Logró esbozar una tímida sonrisa antes de sorberse la nariz y limpiarse con el dorso de su manga, antes de volverse a Kavi y Nuria. Aquellos dos tenían una buena coartada, y si ambos habían casi confirmado lo dicho por el otro, entonces Santiago ya lo consideraba palabra santa: Los aprendices estaban juntos y se habían ido en la moto de Lobelha. La caja de herramientas solo indicaba que habían unido de alguna forma la plataforma en la que él y Hilaria solían pasear por la ciudad a la ducati de la peliazul (y esperaba que solo fuera eso), así que habiendo atado los cabos que, anteriormente, habían danzado caóticos en su mente; el payaso estaba sereno como una soleada playa tropical. Lástima que toda playa tropical espera siempre de alguna u otra forma una catastrófica tormenta huracanada. Pero evitó pensar en eso y asintió. —S-sí, quiere vernos a todos juntos antes de ver a los aspirantes. C-c-creo. Pero antes quería ver a Rufus y a A-A-A —Tragó saliva— Alejandro. Así que... De-de momento... bus-buscamos a Rufus? La sola idea le dio vergüenza. Era una forma sutil de rogarle de rodillas a todos que mantuvieran silencio con respecto a la repentina desaparición del ayudante de la directora y que procedieran, oh por amor a su cuello, a buscar al viejo mago o explotaría. Santiago agrandó los ojos con una súplica silenciosa que le hacía parecer un cachorro con sarna abandonado bajo la lluvia.
Todas las ideas, la alegría inconsciente de encontrarse con un par de amigos en la calle como si se tratase de una reunión para rememorar viejos, y la euforia de verse finalmente acompañado en aquella desastrosa entrevista, se agolparon en la mente de Thomas mientras reía y saludaba como otro más del espectáculo. Lobelha, consciente de que uno de sus tripulantes acababa de vomitarse la vida detrás, de que otro permanecía sospechosamente callado junto a la víctima y de que Hilaria, un poco más y habría tenido una epifanía de inspiración... No podía sino observar la escena con incredulidad. Si por un breve momento había pensado que Thomas, adulto responsable, iba a propinarles el reto de sus vidas, se había equivocado. En su desconcierto por ver la amigable y despreocupada conversación que parecían llevar esos dos viejos compañeros de circo, incluso olvidó advertirles a los demás (y llevarse el susto de su vida cuando Hilaria lo hizo notar) de que no mencionaran la desaparición de Uzeil. Pero Thomas pareció sortearse aquello así que la chica estuvo a punto de sonreír, soltar tensiones con una histérica risa y unirse al pandemónium ajeno cuando una manaza enorme la sostuvo cordialmente por un hombro mientras otra le apuntaba con un arma hermosamente pulida directo a su hermoso, precioso cerebro vivo. Lobelha ahogó la risa en un borboteo estúpido que, en otra situación, habría dado mucha gracia. Así que cuando el domador se vio envuelto en aquella película de acción y terroristas que tanto había temido, con las rodillas temblándole como gelatina y el alma por allá perdida, lejos; no pudo menos que asentir de manera estúpida y balbucear antes de caer en la cuenta de lo que estaba sucediendo. Su rostro adquirió repentinamente una máscara imperturbable y así, en bata rosa como estaba, salió con las manos en alto, haciendo uso de su mejor voz de orador. —¡Alto alto alto, mis buenos amigos! —Se rió con nerviosismo— Por favor, Raissa, traduce niña —susurró entre dientes—, que de esto depende nuestras vidas —Y prosiguió, retomando el discursillo—. Me parece que ha habido una terrible y nefasta equivocación, ehem he he... He. Aquí nadie, repito: Nadie quiere ni conoce a su querida protegida —Juntó las manos—. De hecho, como verán, somos todos unos simples ayudantes, pobres y humildes trabajadores de... Circo —Sonrió con una calidez angelical que le hizo temblar el bigote. Mientras avanzaba lentamente hacia sus "pequeños cachorros", mantenía las manos en alto todo el tiempo—. Así que proseguiremos como si nada hubiese sucedido —Al ver que todo parecía dar resultado y que lentamente iban soltando a los shockeados aspirantes, Thomas se volvió amablemente al que atrapaba a Hilaria, mientras la sujetaba por los hombros y con cuidado la separaba del guardaespaldas—, y no volverá, oh lo juro por mi vida, a suceder. Si bien Thomas comprendió que acaba de salvar varios pellejos, supo al mismo tiempo que todo había sido por el precio de la libertad de la jovencita que aún seguía atrapada en aquellos cuatro cristales polarizados.
No hacía falta mucha perspicacia por parte de Siro como para comprender que luego, más tarde, alguien con posiblemente su número de documento sería interpelado. Pero permaneció en silencio, aprovechando la interrupción de Cian, y tomó asiento en una de las sillas apartadas de la cabecera de la enorme sala de eventos de la que acababan de salir los del equipo cabizbajo, consciente de que de ahora en más la conversación giraría en torno al chico. Siro se aclaró la garganta cuando consideró que su nombre y reputación debían ser salvaguardados. —De hecho sí. Tuvimos un encuentro algo forzado y poco tiempo para charlar con seriedad, pero no me considero el más indicado para comentarle de qué trata nuestra organización. Uzeil sin embargo ya tiene una breve introducción, ¿cierto? —Miró al chico y sonrió debajo de su bigote de motoquero, invitándolo a hablar—. Yo tengo otras buenas noticias para avisarles más tarde.
El estallido vino después de un breve golpe de silencio que le produjo el arrebato de Lumiere. Segundos después, Matilda acababa de golpear el escritorio con un puño, las mejillas arreboladas y acusaba al adivino con el dedo índice. Y una mirada mortífera. —¡AANTES que nada... —comenzó, bajando el tono a medida proseguía—, yo SIEMPRE me tomo las cosas en serio, Giordetti! ¡Eres el menos indicado para acusarme a mí de irresponsabilidades, desajustes y retar como una cría de tres años: Te recuerdo que estás delante de la jefa que paga tu comida, tus calzoncillos y cama caliente! ¡Así que me tienes un poco más de paciencia o te saco de a patadas de aquí! Y se dejó caer en el sillón detrás de los papeles, estirada por completo en su superficie. Los minutos pasaron y con ello, el humor de la mujer se destiló: Su pecho dejó de subir violentamente una y otra vez a causa de la previa agitación; procuró incluso arreglarse el cabello un poco y sonarse disimuladamente la nariz con un pañuelo de tela que encontró en el bolsillo. Una vez hubo pasado la tormenta, Matilda estiró un brazo sobre el pupitre hacia el adivino. —Lo lamento —No lo miraba fijamente, al principio mantenía la mirada hacia el costado, reacia a acceder. Pero cuando se volvió a él, su furibunda expresión había cambiado a la más compasiva de las miradas—. De verdad, discúlpame lo de recién pero —Se rió, libre y más relajada—, verás que no permitiré que me hables de esa forma en mi oficina (más allá del whiskey, por supuesto, JAJA). Pero sirvió para lo que querías: Aquí me tienes de nuevo. Ahora, dame esa mano, terminemos con esto —Bajó levemente la barbilla y lo examinó como una vieja maestra de primaria—, que luego tienes que hablarme de eso que evidentemente te preocupa. No soy idiota, Lumiere —Sonrió.
|
|
Milly
ultra nerd
Posts: 131
|
Post by Milly on Feb 20, 2015 2:33:38 GMT
Derian no perdió la calma. —Si quiere vernos a todos... es una suerte que los aspirantes hayan decidido ausentarse por ahora —dijo con la intención de mirar el lado positivo de la situación. Sin embargo, la parsimonia inmutable de su voz convertía su afirmación en un argumento poco convincente. La mirada del lanzallamas se perdió un momento en la distancia, como si esperase encontrar en ella algún rastro de los desaparecidos. Dado que no distinguió nada, volvió una vez más su rostro hacia el joven Terna, y luego hacia el resto de los presentes. —Rufus es un buen inicio —coincidió con amabilidad, ya iniciando una tranquila caminata hacia el motorhome del mago—. No te preocupes por Alejandro, aparecerá en el momento oportuno, en el lugar oportuno —por un momento, casi pareció que sonreía—. Siempre lo hace.
Por primera vez en su vida, la imperecedera llama de alegría y entusiasmo que mantenía al torbellino Hilaria con vida perdió su fuerza, a solo un paso de extinguirse por completo. No le importaba mucho verse atrapada por un gorila con traje, y apenas se sentía alarmada por el arma que se posaba sobre su cabeza. No. Lo que había conseguido erradicarla de su mundo de dulces, globos y felicidad para sumergirse de pronto en un pantano de pánico, había sido comprobar el peligro que corrían en resto de sus compañeros. Por causa de su imprudencia. Sí, ahora resultaba claro que su impulso no había sido otra cosa que un crimen imprudente. Los observó a todos, boquiabierta, y siquiera cuando lo peor ya quedaba atrás. Sus ojos ausentes, perplejos, vagaron lentamente de Thomas a Lobelha, y luego a Sam y luego a Aphrodite. Y al mismo tiempo se dejaba guiar por el domador de leones que, con la actitud de un héroe, se empeñaba en resolver todo lo que ella había estropeado en apenas un segundo. Todo por ella. Todo su culpa. A lo mejor, después de todo, su familia tenía razón cuando la despidieron con las palabras que lo hicieron.
Sintió que las palabras de Siro, más que una invitación, lo obligaban a romper su silencio. Asintió, tembloroso, tomando asiento en el asiento junto a la cabecera, donde el magnate/mafioso asentía a la pregunta de Cian y con un gesto la invitaba a seguir los pasos de su colega y tomar asiento donde se sintiera cómoda. —Siro mencionó algo sobre una Organización no gubernamental... Organización no gubernamental... ¿en contra de las estafas de espectáculos? Dijo que era un renegado... que ustedes eran los buenos. No lo entiendo, señor... —Saunière. Señor Saunière —aportó con paciencia el aludido. —No lo entiendo, Señor Saunière —dijo Uzeil con toda la seguridad que había hecho falta en sus anteriores palabras. Acababa de tomar una decisión: si ese era en verdad el día de su muerte, viviría sus últimos minutos con valentía y firmeza, y si era posible, se llevaría consigo a la tumba un par de misterios resueltos—. ¿Qué tiene todo esto que ver con Circus...? —Dime una cosa, Uzeil —Bernard lo interrumpió con aplomo, sus ojos atrapando la mirada del muchacho—. ¿Qué estás haciendo aquí? —¿Qué? —el chico parpadeó, desconcertado. —Conozco a Siro, y dudo mucho que haya decidido traerte por la fuerza. Así que, antes de aclarar nada, me gustaría saber... ¿por qué estás aquí? Uzeil debió guardar silencio al menos un minuto para dar con una respuesta que le pareciera del todo correcta. Al final, se encogió de hombros: —Quiero saber en qué me estoy metiendo. El empresario esbozó una nueva sonrisa amistosa y comprensiva. —En ese caso, todo indica que compartimos la misma meta —paseó su mirada por la amplia habitación—. No te haré perder más tiempo en rodeos innecesarios. Sé que ni tú ni yo podemos permitirnos ese lujo ahora —otra pausa de expectación—: tu curiosidad y tu persistencia son dones difíciles de encontrar a menudo. Si estás dispuesto, dada tu actual posición privilegiada, nos gustaría contar con tu apoyo de aquí en más. El rostro de Brambilla se desencajó en un segundo, y sus ojos dilatados de sorpresa se concentraron en aquel hombre de porte soberano, intentando analizar de reojo las reacciones de Siro y la tal Cian. ¿Nada de amenazas? ¿Nada de torturas? ¿De verdad? —Necesitan mi ayuda... —repitió, solo para estar seguro de que había oído bien. Al comprobar que nadie contradecía sus palabras, decidió hacer la pregunta de rigor—. ¿Por qué? Cualquiera que no conociera a Saunière -es decir, todos menos un par de personas-, habrían asegurado que la sorpresa entonces transparentada en su rostro era genuina. —Para desenmascarar a Circus Maxium, desde luego.
|
|
|
Post by Eve on Feb 20, 2015 22:33:02 GMT
Ahí cuando empezaba el juego de luces, cuando se podía percibir que los niños emocionados contenían el aliento para deleitarse con el siguiente acto, cuando la campanita alegre que, no sabia quien, tocaba especialmente para que él apareciese en el centro de la pista. Rufus dedicó una alegre sonrisa al público, siempre gozó con esos momentos mágicos y a la vez no mágicos. Más que liberar conejos multicolores del sobrero, los bolsillos y mangas (como en aquel instante sucedia), al viejo mago le divertía la forma en que los ojos de los espectadores parecían salirse de sus órbitas ante tan extraño suceso. “No te pases” pensó cuando el último conejo, curiosamente blanco, se cayó del sombrero y rodó hacia una madriguera improvisada de trapos amarillos. -¿Qué tal?- preguntó con su vozarrón, no era necesario un micrófono aunque sabía que de seguir asi, en los próximos días lo lamentaría.- ¿Alguien quiere adoptar uno?- bromeó- Menos el blanco, ese es de la casa. Risas. Le gustaba acompañarse de un poco de música antigua y mientras tarareaba las canciones, dedicándoselas obviamente a las maduras bellezas en la primera fila, daba lugar a pequeños trucos de ilusionismo. Cigarros, servilletas, corbatas y monedas (todas del tamaño de pelotas de playa) servían para empezar. No, no hacia aparecer una moneda tras la oreja de alguien (aunque nunca lo hubiese intentado antes). En realidad, la cara de la persona aparecía en un lado de la moneda y en el otro…bueno, mejor no decirlo. Lo mismo con las servilletas, no siempre era una paloma blanca lo que salía de ellas, ni las corbatas siempre servían para cortarse en dos y luego unirse. Se elevó en el aire un par de veces para perseguir a su bastón, que a su vez, iba tras una zanahoria tamaño perro y mientras levitaba distraídamente les contaba, a quienes no estuvieran tratando de encontrar el truco, anécdotas de su vida. Todo al tiempo que a su alrededor aparecían flotando distintos objetos para amenizar sus palabras: sillas, un reloj de arena, una pipa, leche con galletas, el retrato de una mujer hermosísima… Rufus no era de los que repetían un acto, mientras viajaban se las pasaba soñando en qué más podría hacer, siempre tratando de no exagerar…pero cuando los trapecistas literalmente volaban por sobre la gente y los contorsionistas se metían dentro de cajas de fósforos, le hacían el trabajo difícil. Las sombras de animales, que habían saludado al principio, ya terminaban de dar su último giro por la carpa morada, tigres, elefantes, loros y el tiranosaurio se repartían entre las personas observándolos con curiosidad. Los niños aplaudían felices y los mayores habían olvidado preguntarse qué clase de endemoniada tecnología tendría aquel lugar para montar un show tan alucinante como aquel que hasta sentían la baba de las bestias sobre sus pantalones. En lo que las personas se entretenían, Rufus llamó a la pequeña Rita y le pidió sentarse en una de las sillas libres. -Pido su atención, por favor- pidió- Quiero presentarles a mi jovencísima ayudante. Se llama Rita- sonrió- Ya la pudieron ver hace un rato doblándose cual juguete de hule. Ha sido muy útil pues debido a su falta de vértebras ella ha logrado capturar a todos esos conejos directamente de su madriguera. De nuevo risas. -Por eso le di un regalo a mi niña- señaló el collar dorado con el ave azul que la contorsionista traía colgando del cuello- un regalo muy especial…¿me lo permites?-pidió extendiendo la arrugada mano para recibirlo. -Verán…hace poco visitamos un lugar, un poco alejado de aquí, y me metí en una tienda de mascotas. Ya saben, mucho ruido, peste y ojos que suplican un hogar…en la tienda me encontré un curioso canario- mientras hablaba, Rufus se paseaba por la pista, enseñando el collar con cierta ternura- Me contaron que venía de Brasil, hizo un largo viaje hasta aquí ¿eh? No hay muchos de esta clase en el mundo. Y yo dije: lo quiero. En aquel momento lanzó el collar hacia el aire, dio una, dos, tres vueltas y justo cuando empezaba el descenso un chasquido lo “destruyó”. Casi podía verse el pequeño dije partirse por la mitad y lejos de caer al suelo, las plumas saltaron por todo el lugar. No fue un canario, ni dos…ni siquiera fueron diez. Por lo menos cien canarios azules brotaron del aire y dieron magníficas vueltas por sobre las cabezas de todas las personas,con especial cuidado de no chocar contra los globos de fuego que flotaban por ahí. Gritos, risas, miradas asombradas llenaron la carpa, la maravilla azul recorrió cada rincón, unos cuantos incluso osaron meterse entre el laberinto de tela y saludar a los leones y a su domador, hicieron saltar al lanzallamas, payasos, trapecistas y por poco hacen caer a las bailarinas. Uno de ellos, el que lideraba al reducido grupo de curiosos, le dedicó una reverencia y un silbido cual galán a Bruno( tal vez, confundiéndolo con la directora al verlo en tan elegante vestido), para luego volver a escena con sus otros cinco compañeros para unírseles al resto de aves alborotadas. Volaron alegres por el techo de la carpa y las personas aplaudieron. Aplaudieron hasta que les dolió las manos y cuando la última persona se detuvo, y solo entonces cuando ese alguien paró, las aves se dejaron caer como kamikazes para convertirse en brillante escarcha al tocar el suelo… Cuando Rita siguió a Rufus en su retirada, el collar bailaba feliz en su cuello.
Y fue en medio de aquel relato de la noche anterior en que encontraron a Rufus, sentado en la puerta del motorhome con un vaso de leche tibia en la mano derecha y un gato de ojos enormes mirándolo con atención sobre las rodillas. -Parece que ha encontrado a un compañero- murmuró divertida la gitana, acercándose junto con el resto del grupo al viejo mago que no parecía darse cuenta de su presencia. Aun cuando Kavi iba tocando una alegre melodía con la guitarra. -¿Y tú? ¿Tienes una historia para contarme? -Miau ~~~
-¿Son de agua?- preguntó una voz aguda desde atrás. Cuando los ojos incrédulos se volvieron hacia ella, Sally señaló las armas que aun mantenían apuntando hacia ellos- Esas, ¿Son de agua? -¿Pero qué..?- Sam trató de callar a la chica dándole pequeños golpecitos con su rodilla pero ella no parecía darse cuenta. Tal vez, en la cabeza de la muchacha, no cabía que en el mundo existieran otras armas que las que usaban los payasos dentro del circo. Pistolas de agua, pintura y hasta brillos. Lo más peligroso que conocía del tipo, eran las pistolas de silicona. Ya se había ganado un par de quemaduras en los dedos por no retirárlos a tiempo de sus trabajos.
|
|
bachi
ultra nerd
Yaaawn~
Posts: 165
True Gender: Alien.
|
Post by bachi on Feb 26, 2015 18:57:07 GMT
Ver a Rufus allí tan tranquilo charlando con un minino de ojos inocentes, parecía una escena sacada de un cuento infantil de Beatrix Potter. Santiago incluso podía verlos ahora, gato y mago, arrugado como una zanahoria vieja, rodeados de conejos pomposos y dibujados al estilo tierno y pastel de la dibujante. Con esa imagen en mente fue que el payaso se arrodilló junto a Rufus (Bruno ya se había sentado en frente, serio y expectante como si estuvieran por contarle como desactivar un reactor nuclear). Allí yació hasta que alguna de las melodías de Kavi, la voz de Nuria o quizás la simple pero mansa presencia del domador de llamas lo arrastraron a la realidad. Podría haber llorado de nuevo pero hasta en eso lo atacaba su tartamudez. —¡Ru-Ru-RUFUS! —exclamó—. Nos-nos sí —agitó la cabeza, molesto—. Nosotros sí tenemos una historia que contarte —Miró a los demás, a los verdaderos adultos, buscando su asentimiento, su sabiduría ancestral—. Ma-Matilda…
Aquello fue la gota que rebalsó el vaso. Sin esperar ninguna otra indicación más, Thomas hizo una de sus exageradas reverencias de circo y, en cuanto se extendió tan largo era, estiró el brazo para taparle la boca a Aphrodite. Con Hilaria a un lado, Sam al otro, la excéntrica compañera pasaría (oh por todos los cielos, eso esperaba) desapercibida. —¡Bien! Si eso ha sido todo, humildes caballeros —Miró de refilón, sus pupilas relampaguearon y una temblorosa Lobelha comprendió al instante: Puso en marcha la moto mientras ellos retrocedían lentamente hasta la plataforma—, ¡esperamos verlos en nuestra próxima función! Recuerden: Día por medio, a partir de las 8 se venden las entradas —Ayudó a Hilaria a colocarse detrás de la peliazul, a Sam a mantener callada a Aphrodite y puso un pie en la tabla, dejando al descubierto unos entretenidos bóxers negros con gatitos blancos. Thomas ni siquiera lo notó—, ¡a las 9 empieza la función! ¡Ah! Y para aquellos que deseen formar parte de algo más que sólo la función, me encargaré personalmente de las citas especiales con la directora del circo —Fue una suerte de mensaje codificado e improvisado (terriblemente para el cu**) que esperó Raissa comprendiera. Ahora sí, una vez todos asegurados junto a la moto, el domador con los pelos en punta apuró entre dientes. —¡Sácanos ya de aquí, Pitufo! Por todos los leones del Kongo… ¡olviden los cascos! Y la ducati salió zumbando de la escena, justo cuando comenzaban a escucharse sirenas de la policía urbana romana acercarse, pues para ningún comerciante y vecino aquella escena pasaría desapercibida. La tira mañanera del periódico local rezaría al otro día: “INSÓLITA CONGREGACIÓN DE ARTE URBANO: Recreación de Búsqueda Implacable 3 a mano de artistas locales todavía no identificados deja absorta a la vecindad”
Siro no irrumpió en la conversación, sino que se mantuvo al margen, de brazos cruzados y con la mirada fija en la pantalla de su celular. Al final había decidido revelar que tenía buenas noticias que darle al jefe, pero en ese momento no estaba tan seguro de qué tan bien fuera a recibir las “buenas nuevas” porque, ¿era él, o Brisa había quedado en confirmarle la asistencia? Con esa mujer uno nunca sabía, terminaba arreglando por diez dólares y, de alguna u otra forma, conseguía un pasaje gratuito a Las Vegas. Ya no entendía nada. Si bien estaba distraído en aquella gorda preocupación, no evitaba que pudiera escuchar y razonar la charla que a su alrededor se estaba desarrollando. Evitó intercambiar miradas con Cian porque su idolatría al señor Saunière podía olfatearse a la distancia, y no estaba seguro de que fuera a comprenderlo. Siro, sin embargo, sintió un nudo en el estómago al ver la facilidad con la que el sujeto manipulaba la situación. En su opinión, Bernard podía quedarse con el Óscar de McConaughey tranquilamente. Lo siento Di Caprio. La inconsistencia e incredulidad reflejadas en las cejas y ojos del jefe, hicieron que una lenta línea de escalofrío le bajara por la espalda. A veces no estaba seguro de cómo llegaba a meterse con esa clase de gente, pero continuó según lo acordado y se puso de pie, avanzando hasta la pantalla desplegable ubicada sobre una de las paredes. —Cian, ¿serías tan amable…? —preguntó, volviéndose a la asistente y señalando la notebook ante ella. Cuando el escritorio de la pc apareciera ante él, señalaría un par de carpetas con enlace directo y le pediría a la mujer clickear sobre ellas. Inmediatamente una lista de dimensiones considerables de archivos pdf, fotografías, links directos a recortes de diario almacenados en bibliotecas del extranjero y dispersos artículos y documentos relatados en Word, aparecería ante ellos, todos desfilando con las mismas iniciales al comienzo C.M., y terminando en frases como “NUEVAS ADQUISICIONES, NUEVOS ESPECTÁCULOS” en la portada de algunos periódicos escaneados y de distintas fechas. Los archivos pdf y Word eran menos cautivantes y más toscos. Eran conjuntos de iniciales o títulos de carácter investigativo, gráficos de edades comparando las distintas generaciones que asistían a ver los shows, entre otras. Con un puntero, Siro pasó por un documento “C. M. Datos de los dispositivos y personal – SIN TERMINAR (revisar contenido. Errores de planteo)”, y le señaló a Cian el único power point disponible en la carpeta. —Es una investigación que el señor Saunière ha iniciado desde algún tiempo desde el anonimato, por supuesto —explicó mientras rodeaba la mesa y se sentaba junto a la asistente. Sacó un cable usb del bolsillo y lo conectó al celular, antes de volverse al sujeto de porte prominente de la sala—. Pasé lo recopilado la otra noche a la memoria y dejé las partes entre acto porque es lo único que siempre podemos grabar. Curiosamente, no sabemos cómo y por qué, nunca podemos grabar sus shows. Las cámaras no funcionan. Sin embargo —El hombre del bigote alzó las cejas, esperando a que su compañera iniciara la transferencia de datos—, por alguna razón cuando se produjo el apagón, encontré varios videos curiosos en la web de espectadores que lograron tomar imágenes y videos, sin sonido, pero con aceptable calidad de imagen. Pude bajarlos antes de que los borraran, ya saben: “derechos de autor” y esas cosas… Puedo pasarlas ahora, señor, si quiere. Cian, te tendré que molestar una vez más, pero quizás no puedas abrir los archivos con cualquier programa —hizo una mueca de disculpa. Su manejo de las computadores era bueno, pero algo más de lo básico.
|
|
nit
super nerd
Posts: 74
|
Post by nit on Feb 27, 2015 17:39:59 GMT
Y, dicho y hecho, en cinco minutos todas las predicciones estuvieron sobre la mesa del despacho de Matilda. Lo que había repetido Lumiere, esta vez con su voz cansada y agarrotada, fue lo siguiente: "Cinco locos andaran por la cuerda floja, cinco locos sin retorno, abocados a la locura más estrepitosa. Ten cuidado habrá cambios repentinos, cambios que no esperas, cambios definitivos; habrá traición, deslealtad, vigila. Cuídese de quien tiene dinero. Payaso, un león, una sirena, un mago, un sujeto con antorcha y un arlequín, todos... todos ayudaran. Ayudaran en lo imposible. Habrá paz, ¿la habrá?. Seguirás adelante.... vivirás, tendrás el poder... -Ahí se detuvo durante algunos minutos- Se acercan los tres. La negra sólo problemas con ella viste, el rosa es peligro inminente y el blanco un mar de incertidumbre" Finalizó mirando a Matilda- Y eso fue todo, no me pidas que lo vuelva a repetir porque me negaré -soltó al fin la mano de la mujer para luego agarrarse con las propias su propia sesera.
Raissa había traducido en su lengua todavía ovillada en el suelo con su guardaespaldas personal e instransferible todavía encima hasta que los sujetos, salvados quizás por la campana, se pudieron fugar. -Llevadme al hotel, ahora- pero los policias entretuvieron aún más la vuelta y, cuando finalmente llegaron, Raissa subió directa a la habitación, sin saludar ni nada, fue directa al baño tirando por el camino aquel pesado velo negro, cerró la puerta con el seguro y abrió el grifo de la ducha tras desnudarse. Hassan, al ver la reacción de su joven prometida, abrió la puerta y pidió por explicaciones. Con la verdad a medias y el miedo de lo que le podría pasar a su protegida si decía que había subido a un total desconocido al coche con su prometida, terminó por recibir los gritos furiosos del hombre. Pero por suerte, y respeto a la joven árabe, no lo despidió.
Cian hizo todo lo que le pedían pero miró al hombre con mirada ceñuda pero con tres botones aquí y diez clicks allá, logró conseguir el programa que podría visualizar el video. -Listo -le dijo al hombre para que siguiera con lo que quisiera. Ella, por su parte, no quitaba los ojos del Director y, mientras se cargaba, habló.-Es un circo que tiene actuaciones donde los trapecistas parecen volar, Señor, -explicó junto a muchas referencias más del espectáculo. -No lo he visto pero, al parecer, es lo que aparenta.
|
|
Milly
ultra nerd
Posts: 131
|
Post by Milly on Mar 7, 2015 20:47:02 GMT
Con la mirada abstraída en aquel pequeño felino, Derian asintió sin perder parte alguna de su habitual solemnidad, resuelto a prestar una mano a Santiago. —Matilda te busca —sentenció calmado, paseando lentamente sus ojos hacia el mago. Entonces él también despertó de su relativo estado de trance—. Y según parece, pretende hablar también con el resto de la familia más tarde —con un gesto amable invitó al hombre a levantarse para iniciar la ruta que le llevaría directo hacia el motorhome de la directora—. En tanto aguardamos... supongo que a Sanna no le molestará contar con algo de compañía. Y desde luego no se negará a recibir a Kavi y su guitarra —Más que una aseveración bromista, era la constatación bastante seria de un hecho bastante serio.
Por primera vez, Hilaria permitió que otro se hiciera con el protagonismo de la escena. Escuchó a Thomas como a la distancia en tanto se subía a la moto, callada y quieta como jamás se la hubiera visto. Y así se mantuvo el resto del viaje, bien sujeta a su peliazul compañera, dejando escapar de vez en cuando algún suspirito apenas perceptible. El dónde, el cuándo y el por qué de pronto carecían de sentido.
Bernard asentía a cada palabra modulada por sus trabajadores, pero no se tomó la molestia de ofrecerles mirada alguna en ningún momento. En aquel instante, toda la atención era dedicada al joven y regordete muchachito que observaba con genuino interés cada uno de los datos que bailaban en la proyección. El hombre cuyo poder resultaba palpable en aquella habitación sabía bien qué era lo que entonces pasaba por la mente del joven, y por eso no dudó al momento de retomar la palabra: —Tú estuviste en la función de anoche, ¿no es así? Sabes mejor que nadie qué es lo que parece controlar cada una de las actuaciones llevadas a cabo bajo esa carpa. Uzeil asintió. Sentía la garganta seca por causa del desconcierto. —Parece magia —admitió, no sin un evidente deje de vergüenza. Pero el sujeto no manifestó intención alguna de dar la razón al muchacho o burlarse de su supuesto. En cambio hizo un gesto a Siro, dándole el pase para iniciar la reproducción de imágenes recolectadas. Él no las había visto, de modo que se aventuraba a caminar por un campo desconocido que bien podría poner en riesgo su estrategia persuasiva. Era el tipo de desafíos personales que disfrutaba proponiéndose de vez en cuando. Nadie demasiado reticente a ponerse las cosas difíciles habría llegado a la posición que Bernard ocupaba ahora, tan cómodamente, como si hubiera nacido para reclamarla.
|
|
|
Post by Eve on Mar 25, 2015 0:29:06 GMT
Una vez estuvieron estacionados frente a Circus, Aprhodite sintió que volvía a entrar en la realidad. En la plataforma viajaban Sam, Thomás y ella todos apretujados. Hilaria se había mantenido en un silencio de ultratumba que ella notaba vagamente ya que, en aquel momento, solo tenía en mente una cosa: Comida. Samuel ya no se sentía tan enfermo, en parte porque había seguido el consejo que se compañera le gritó cuando estuvo a punto de voltear sus intestinos...por segunda vez. "¡MIRA A TUS ZAPATOS!¡A TUS ZAPATOS!" había chillado Sally aplastando la cara del domador con una mano para dejarse oir. Cuando la moto dejó de moverse, ambos muchachos esperaron por indicaciones.
-Siendo asi...-el anciano se levantó con ayuda del bastón. El gato saltó de sus piernas y buscó un lugar seguro en un rincón bajo el camarote más cercano y a una distancia prudente del aquel extraño muchacho de mirada perdida- ...supongo que no he de hacerla esperar. Ha de querer enterarse de los sucesos de anoche ¿Algo que no quieren que diga?- preguntó- Hablen ahora o callen para siempre. -Tal vez deberías tomar con pinzas el tema de nuestro nuevo amiguito- sugirió Nuria- no olvidemos lo que ocurrió la última vez que notó su presencia aquí. -¡Kapput!- dijo Kavi con una alegre risa. Rufus lanzó una rápida mirada hacia Bruno mientras sus dedos se enrollaban en el bigote verde. -Sí...creo que eso haré. Y con esas últimas palabras, salió del motorhome en busca de la directora.
-Entonces ¿Vamos con Sanna?- preguntó Kavi- Ya se esta haciendo tarde para el desayuno. Y como si no fuese poco, su estómago rugió.
|
|
bachi
ultra nerd
Yaaawn~
Posts: 165
True Gender: Alien.
|
Post by bachi on Apr 6, 2015 4:32:56 GMT
Eso odiaba de las predicciones, la adivinación y los horóscopos: Nunca decían las cosas concisas, nunca eran directos “¡Hey, Matilda! Te van a querer cagar mañana, en la esquina, cuando des la vuelta. Guardá la billetera y no votes por la Lista verde”. No. Matilda soltó con cariño la mano de Lumiere y se puso de pie. Pasó una mano por su hombro, una pequeña muestra de sentimiento que se dejó aflorar, y se enfrentó cara a cara con la cajita de madera que tenía frente a ella, sobre uno de los abarrotados estantes. Cuando se volvió, había encendido un habano. —Lo tengo anotado. Está sobre la libreta si quieres leerlo —Reflexionó en silencio, miraba por la ventana— ¿Qué crees que signifique? —Como la oruga de Alicia en el País de las Maravillas, rumiaba las posibles respuestas en un murmullo bajo de una melodía desconocida—. No importa, lo resolveremos. Ahora escucha: Necesitaré hablar contigo y con Rufus. Mandé a Santiago a buscar a los demás. No podemos detener el curso de Circus Maxium porque un par de palabrerías nos amenazan. Hoy conoceré a los nuevos, les presentaré su contrato —Matilda asentía y se paseaba por la habitación— y les contaré cuáles son las normas del lugar. No podemos darnos el lujo de perder tiempo —Terminó el habano dándole la espalda a Lumiere, mirando hacia la puerta—. Ahora cuéntame qué es eso que te preocupa mientras esperamos a que llegue el resto. Vamos, Giordetti, no puedes engañarme a mí: Siempre que tienes algo que ver y algún futuro que develar, ves algo sobre ti mismo. Eso fue lo primero que me dijiste para conquistarme. No olvidaría algo así. Se dio vuelta para mirarlo. Sonreía.
Siro se aclaró la garganta, le hizo una seña a Cian y el video comenzó a “rodar”. —Todos los presentes aquí estamos al tanto de cómo no funciona Circus Maxium, chico. Pero como quizás tú no lo hayas deducido (no sé si lo intentaste durante la primera función a la que fuiste invitado), me tomaré la molestia de aclarar el pequeño detalle —Siró se acomodó y miró la imagen. Todo iba bien, era él con su celular, un primer cameo para saludar y luego volvió el visor al frente, donde de repente las luces se apagaron y apareció la directora del circo. Todo seguía de maravilla, el sonido de la comida de fondo, los niños chillando de emoción y las condenadas lucecitas de colores que adultos y jóvenes no dejaban de balancear en el aire. Hasta de que forma repentina, la mujer comenzó a caminar en el aire, y al mismo tiempo en que todos los espectadores hicieron al unísono una exclamación de sorpresa, la cámara se apagó. El hombro movió el bigote y se sorbió la nariz antes de volverse a Uzeil. —Eso pasa siempre, cada vez, a todo el mundo, justo y preciso en el momento en que parece que “comienza la magia” de Circus Maxium. Nunca nadie había logrado grabar absolutamente nada del show porque ¡plof! —Hizo el gesto al subir y bajar las cejas— los aparatos electrónicos simplemente dejaban de funcionar: Cámaras, videos, celulares, mp4… Hasta computadores portátiles chico. Lo único que no tiene problemas es lo que funciona a pila —Hizo una mueca—. Pero he intentado grabar con viejas videos modificadas… Tengo la teoría de que solo lo que ilumina funciona, como linternas. Nada más. Pero… Alzó ambos dedos índice en alto y señaló a Cian de nuevo. Otro video comenzó a emitirse en la pantalla frente a ellos. —Esto lo grabó un chico aficionado y lo subió a Youtube al otro día. Fue un video viral en todo internet hasta que los derechos de autor prohibieron su difusión —Se encogió de hombros—. O eso es lo que dicen, ¿quieren mi opinión? No fueron los derechos de autor. Fue ese dispositivo sea lo que sea que tienen en Circus Maxium que bloqueó el video. De la nada se escuchaba al joven que grababa lanzar una exclamación de asombro al ver que su celular volvía a funcionar y que, de hecho, estaba captando imágenes del show del mago de bigote verde. Siro miraba atentamente la escena. —Vaya, se esmeró esta vez el viejo —soltó casi divertido. Recordando donde estaba, le pidió a Cian pausa y se volvió tanto al jefe como al muchacho. Más precisamente al hombre de traje que al gordito nervioso—. Tomaron estas imágenes justo después del apagón que sufrió toda Roma. Pero fue el único al que se le ocurrió probar de nuevo el celular lamentablemente y sólo tenemos estas imágenes. Logré descargar el archivo antes de que lo eliminaran de la web y aquí tenemos la gran duda: ¿Qué fue exactamente ese apagón y con qué clase de energía están jugando los de Circus Maxium, que son lo suficientemente especiales como para no compartirla con el mundo?
En cuanto vio a Rufus alejarse de ellos a paso decidido, Santiago se volvió a sus amigos. El joven tenía los ojos llenos de lágrimas. —Son… —balbuceó— ¡Son magistralmente fantásticos! —exclamó antes de arrojarse hacia los tres para abrazarlos y lloriquear como un monito bebé. Bruno se había alejado justo a tiempo para evitar la oleada de mocos. Cuando el chico se atrevió a soltarlos, sonreía y se limpiaba la cara con un enorme pañuelo color verde. Sólo pareció reparar en él cuando lo miró. —¡Vaya! Hilaria debe haberlo puesto en mi bolsillo como una broma… En fin, ¿va-vamos —Cerró los ojos con una sonrisa resignada. Por una vez había creído que diría algo sin tartamudear. Pero eso no logró dejarlo alicaído. Miró de nuevo, manteniendo la sonrisa resignada— a desayu-yunar? Santiago cerró la puerta del motorhome que el mago había dejado abierta (luego de sacar a Bruno de adentro, pues andaba en búsqueda del minino evidentemente) y miró expectante a los demás. Hasta que ahogó un grito y se llevó una mano a la boca y otra al pecho. —Hil-Hilaria! —chilló ahogado.
Thomas no recordaba nunca en su vida haber tenido un viaje tan silencioso como aquel. Mucho menos si iban con la payasita de acompañante. Con el bigote tembloroso a causa del viento que les daba de frente, el domador de leones le echó una mirada preocupada a la cabellera de tirabuzones. Minutos después suspiró. —¿Se puede saber qué hacían ahí? Aparte de rodar la última película de Tom Cruise, por supuesto La broma fue acogida por Lobelha con una mueca y el emisor hizo lo mismo. La peliazul abrió la boca, y entre grito y algún que otro semáforo, le hizo llegar al hombre una idea concisa: Lo que había soltado Hil era cierto, no encontraban a uno de los aspirantes. Retorciéndose el único vestigio de vello facial que Thomas tenía en la cara, más precisamente debajo de la nariz, llegaron al hogar dulce hogar. Bajaron de la moto, le dio un par de palmaditas en el hombro al chico nuevo para felicitarlo por su “estomacal aguante” y ayudó a los demás a desmontar la plataforma de la moto de Lobelha. De momento la dejarían allí, más tarde habría tiempo para moverla a su lugar. —Vamos, muchachos —Intentó sonreírles—. Nos deben estar esperando. Al verlos así, a los cuatro de espaldas avanzando tan apesadumbrados (aunque la pesadumbre de Aphrodite iba a un nivel distorsionado diferente al del resto), Thomas se sentía el adulto menos indicado del universo como para decir algo o aconsejarlos. ¿Se suponía que debía regañarlos? La sola idea le dio escalofríos. Él era el menos indicado. Eso era tarea de Matilda, de Nuria, y trabajo fino de Alejandro, quizás hasta Derian con su sabiduría ancestral… ¿Pero él? JA. Por eso, cuando el ahogamiento de Santiago atrajo la vista de todos hacia el grupo, y el payaso corrió como muerto-vivo hacia Hilaria para abrazarla y preguntarle, en palabras de Santiago, “¡D-d-d-dónde NARICES s-s-se ha-ha-bíbían METIDO!”; Thomas hizo lo primero que le vino a la mente. —Salieron, estem… Conmigo —Sonrió, guiñó un ojo al estupefacto payaso y luego saludó a Kavi, Derian y Nuria. Ah, oh. Estaba Bruno también. En fin, los saludó a todos con una mano mientras apoyaba la otra sobre el hombro libre de Hilaria, perfectamente consciente de que estaba en bata rosa, con pantuflas y probablemente un bóxer negro con gatitos blancos a la vista de todo el mundo.
|
|
Milly
ultra nerd
Posts: 131
|
Post by Milly on Apr 11, 2015 6:13:50 GMT
'¿Qué fue exactamente ese apagón y con qué clase de energía están jugando los de Circus Maxium, que son lo suficientemente especiales como para no compartirla con el mundo?'
«Es una buena pregunta» -pensó Uzeil para sus adentros. Y casi al mismo tiempo que llegaba a esa conclusión, las pistas otorgadas lo ayudaban a interpretar por fin el tipo de apoyo que Saunière requería de él. —Así que buscan un espía —no estuvo muy seguro del motivo, pero la idea le parecía repulsiva a un nivel exorbitante—. Alguien que investigue desde adentro lo que ocurre. —Has sido testigo de lo imposible que resulta obtener información a través de otros medios —repuso el magnate, sin cambiar en absoluto su actitud a pesar de la evidente desazón con la que el muchacho asumía el curso de sus pensamientos—. Y hemos probado muchos más de los que podrías imaginar, Uzeil. —Eso es lo que no comprendo... ¿por qué tomarse tantas molestias? Esa era la pregunta trascendental, el meollo del asunto. El joven lo tuvo claro al detectar la precaución con la que Bernard se inclinaba ligeramente sobre la mesa, las manos entrelazadas ante él. —No te mentiré, muchacho —inició el hombre, con aquella voz tan segura, capaz de atemorizar a Uzeil a pesar de su amabilidad—. Pero tampoco seré del todo explícito contigo. En primer lugar, porque nada me obliga a serlo, porque tengo derecho a conservar en privado ciertos aspectos de mi vida. Eso... y porque me parece correcto permitir que seas capaz de formar tu propia opinión. Uzeil procuró no separar los labios cuando el momento de realizar una pausa tuvo lugar. La pregunta equivocada bien podría desviar el curso de la conversación hacia un punto que no sería el esperado por el muchacho. Supo que había hecho bien cuando el hombre prosiguió, acomodando el cuerpo en el alto respaldo de su asiento. —Existen motivos personales, desde luego: malas experiencias del pasado, antecedentes oscuros y extraños, irregularidades y conflictos que justifican una investigación acabada de las acciones de Circus Maxium, tanto de sus miembros como de sus propietarios y benefactores. Puede que llegues a notar circunstancias sospechosas con el tiempo, es muy posible incluso que hayas notado ya algunas, como la evidente falta de juicio imperante en aquella atmósfera —observó al muchacho—. Son detalles menores, pero forman parte de un todo increíblemente complicado. Y más allá de todo eso, se encuentra la circunstancia del secreto. ¿Qué es lo que ocurre y cómo ocurre en ese circo? No parece propio de personalidades honestas ocultar hechos al resto del mundo. Por el contrario, reafirma la premisa de que algo extraño ocurre en esa carpa, actividades que debieran ser supervisadas y fiscalizadas bajo los mismos estándares de seguridad que se esgrime para el resto de compañías dedicadas al negocio de la entretención. La naturaleza itinerante de Circus Maxium les ha permitido evadir ese tipo de responsabilidades. Y nosotros hemos aceptado el desafío de dar fin a la incertidumbre. Luchamos a favor de la transparencia en tiempos donde la corrupción no puede pasar desapercibida. Estamos al corriente de los riesgos que implica una misión de esta envergadura, y es por eso que si aceptas trabajar con nosotros como cooperador anónimo, recibirás compensaciones equiparables al valor informativo y el grado de peligro asociado a tu posición. Hablo de compensaciones monetarias que te permitirán autonomía completa, librándote de tu familia... y de cualquier otra cosa de la que puedas llegar a depender en tu vida. La sonrisa tenue asomada en el rostro del magnate fueron la única respuesta a la sorpresa de Uzeil frente a esas últimas palabras. —Así es —continuó sin prisa Bernard, desde el asiento en el cual, en ciertas ocasiones como esa, jugaba ser Dios—. Conozco tus odios, pero también conozco tus sueños y esperanzas, Uzeil Brambilla. Circus Maxium puede ayudarte a iniciar un lento camino hacia todo lo que deseas, pero lo cierto es que la capacidad de apoderarte del futuro en el presente, está en tus manos —la mano de Saunière, en tanto, desplazaba un breve documento por la pulida superficie de la mesa, hacia el chico. Al final del papel se dibujaba la línea una blanco, a la espera de la firma que convertiría la simple hoja en un artículo de alto valor—. Solo debes decir que sí.
Varios minutos más tarde, un inseguro pero a la vez satisfecho Uzeil Brambilla saldría de una tienda vistiendo ropa nueva, dispuesto a iniciar la caminata de retorno hasta Circus Maxium.
Aliviado al comprobar que los aspirantes desparecidos volvían libres signos de daño, y en compañía del también desaparecido Thomas, Derian se sintió un poco más ligero, libre ya de la carga de la preocupación. Hasta que distinguió la inusual mansedumbre con la que Hilaria se encogió de hombros para responder a la pregunta del payaso. Pero el lanzallamas no hizo preguntas. —Quizá sea buena idea que te vistas para ir a desayunar, Thomas —repuso el hombre con toda amabilidad—. Matilda nos llamará a todos en cualquier momento. Dudo que se encuentre del todo tranquila luego de una noche tan agitada, y es posible que la presencia de Bruno no contribuya a mejorar su humor. Aunque no tenga motivo, tu... atuendo podría volverla todavía más susceptible —dicho esto, y retomando ya la marcha, se volvió a los aspirantes—. Eventualmente deseará también entrevistarse con ustedes. Necesitarán un desayuno contundente antes. Dicho esto, continuó su camino hacia las cocinas, confiando en que él último desaparecido que parecía decidido a mantenerse en aquella denominación, hiciera también pronto acto de presencia.
|
|
|
Post by Eve on Apr 12, 2015 0:00:59 GMT
Quien no apartó la mirada de el domador, fue Nuria. Se mantuvo en un silencio tan sepulcral como el de la payasita hasta que el grupo se dispersó y ella pudo seguir a cierta distancia a Thomás. Solo cuando estuvo segura de que estaban fuera de la vista de los demás ella habló, sabiendo ya que él había notado su presencia. -¿Entonces no dirás nada?- dijo ella cruzándose de brazos y mirándolo entre una mezcla de enojo y curiosidad- Porque yo no me creo aquello de que llevaste a los postulantes contigo. Tú te fuiste horas antes, muchas horas antes y no regresaste- afirmó con seguridad acercándose un par de pasos para observar mejor sus gestos- ¿A dónde te fuiste, Thomie?
Kavi se encaminó junto con los demás a las cocinas. Atrás podía escuchar a Aphrodite y Sam cuchicheando sobre las probabilidades que tenía el segundo de hacer un nuevo desastre en las cocinas. Además, de cuando en cuando comentaba para todos con su voz de pájaro sobre las delicias que Saana preparaba para la gente del circo y, con suerte, ellos podrían jactarse de aquella gloriosa experiencia culinaria. Claro, siempre que llegaran a tiempo. Cuando llegaron al motorhome, empezó el respectivo desfile de saludos de buenos días y bromas privadas entre la gente antigua. Aquella era una gran y extraña familia, pensó Sam mientras buscaba un rincón en donde escabullirse y observar toda la escena con la seguridad de no ser acribillado. Ya tenía un nuevo trauma que sumar a la lista.
El viejo mago avanzó por el espacio de Circus, saludando distraidamente a aquellos que comenzaban a ordenar sus puestos de trabajo y venta de recuerdos. Su mente estaba enfocada en recordar tantos detalles como le fuesen posibles sobre la noche pasada, estaba casi seguro de que sería uno de los principales temas en el que giraría su conversación. Cuando llegó al motorhome de Matilda, dio tres toques a la puerta y abrió, asomando su verdosa cabeza dentro. -Por ahi me comentaron que se había dignado a volver a esta ridícula realidad- saludó en medio de una sonrisa antes de percatarse de la presencia de otro antiguo compañero circense - Oh ¿interrumpo algo?
|
|